Ganragán

Ganragán

Leyenda

Los orígenes de la especie goblinoide están estrechamente relacionados con la expulsión del corrupto y cruel Ganragán de Sylestria, una realidad paralela en la cual moran una miríada de seres fantásticos o legendarios, como los elfos, los duendes o los espíritus de lo salvaje.

En el albor de las edades, la mítica tierra de Sylestria ya era antigua, y las incursiones que sufría, de individuos rebosantes de energías arcanas y procedentes del Mundo de la carne, despertó la curiosidad de los seres conocidos como los Reyes Vetustos, doce monarcas bendecidos con grandes poderes y líderes de sus respectivas sociedades. Uno de ellos, el regente Narga Solarys, comandante indómito y cruel dictador del otoño, fue el primero en viajar hacia la nueva tierra surgida de extrañas distorsiones en el espacio en busca de nuevos territorios para conquistar. El resto de sus aliados permanecieron a la espera, aguardando el mejor momento para decidir si las nuevas tierras iban a suponer una amenaza o no, pero cuando Narga regresó embriagado por las inmensas corrientes arcanas del Mundo de la carne, comenzaron a temer por la estabilidad del reino.

Narga no perdió el tiempo y liberó obscenos conocimientos que había arrancado a la fuerza a hechiceros ogros y a chamanes trols, sobre su gente, haciéndoles mutar en los primeros grandes trasgos. Les dio un objetivo, inspiración y les transmitió las artes de la guerra aprendidas tras décadas en el Mundo de la carne. Supo que, durante todo el tiempo que había sido un Rey Vetusto, había malgastado su potencial. Estas terribles y belicosas hordas arrasaron Sylestria, y estuvieron a punto de no dejar más que ceniza de no ser por la alianza de los Once Reyes, que pusieron fin a la megalomanía de Narga.

Despojado de su condición como ser sylestri, fue arrojado lejos de su tierra natal y se le arrebató el nombre. Sus creaciones monstruosas, mitad ser feérico y mitad ser de la carne, le acompañaron y le bautizaron como Ganragán.

El Cacique de las Hordas, el Último Rey Vetusto, el Déspota Salvaje

  • Ideograma: Una bola de pinchos sobre fondo marrón, con decoraciones rojas.
  • Religión: Autoritaria y militar.
  • Devotos: Goblinoides, hombres malvados, seres feéricos que han perdido la ilusión.
  • Moralidad: Disciplina y orden a través de la conquista, la opresión y el control.

Adoración

Muchos ven a Ganragán como un villano más que amenazó la estabilidad del mundo en el momento de su alzamiento, pero la gran mayoría de sus creyentes siguen sus preceptos porque han sufrido en sus propias carnes la destrucción del caos y el descontrol de la villanía. La iglesia de Ganragán predica un orden a base de la eliminación del crimen y la educación desde el nacimiento del individuo, dando forma una corriente de pensamiento cuasi-opresora, pero que busca la propia conservación de la sociedad sacrificando la bondad y la justicia.

Estas creencias llevan a sus fieles a organizarse como un ejército: los sumos sacerdotes adoptan nombres militares, como Gran General o Santo Sargento, mientras que los estratos más bajos de la sociedad son tratados como soldados. Muy de vez en cuando una iglesia de Ganragán llega a reunir los suficientes seguidores como para presentar una amenaza. Lamentablemente, las conquistas del Cacique de las Hordas se truncan por la poca habilidad de sus seguidores de respetar lo que pide, pues los que se unen a su religión no suelen ser ejemplos a seguir disciplina.

Los trasgos, grandes trasgos y humanoides derivados de los abominables experimentos arcanos que hizo cuando aún era Narga Solarys son adoctrinados desde muy jóvenes a que su creador será quien los lleve de nuevo a la tierra prometida de Sylestria. A pesar de todo, salvo los grandes trasgos, ningún goblinoide es capaz de respetar, o entender, los designios de Ganragán, pues se quedan en la parte más simple del credo: conquistar.

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El símbolo que representaba a Ganragán cuando aún era uno de los Reyes Vetustos era una rosa de colores castaños sobre un sol rojo. Sus fieles lo modificaron cuando fue expulsado de Sylestria, adaptando el símbolo al aspecto que mostraba cuando comenzó a conquistar las tierras del Mundo de la carne.

Ganragán se muestra como un corpulento humanoide, de unos dos metros cincuenta, ataviado con una coraza de placas completa y un yelmo puntiagudo que le cubre toda la cara; va armado con una bola de pinchos atada a una cadena, que maneja con soltura preternatural. Esta armadura, convertida y adaptada desde la que llevaba cuando era un Rey Vetusto, es capaz de resistir hasta una tromba de meteoritos. Sin embargo, la expulsión de Ganragán de su reino original hace que le cueste materializarse en el Mundo de la carne. Se dice, entre sus fieles, que para hacer despertar al Déspota Salvaje de su sueño inmortal se han de arrasar once grandes ciudades, momento en el que él aparecerá para acabar con la doceava.


Imagen: Goblin chieftain por Gimaldinov

Maurick Starkvind

Aprendiz de escritor desde siempre, rolero empedernido desde los trece y nintendero desde los cinco. Empecé en esto de la creatividad porque no había dinero para los salones recreativos.

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