Shadaleen: Fundación del reinoShadaleen: Fundación del reino

Antes de que Shadel, el Primer Hombre, pisase las verdes tierras de Esseria, los territorios de los elfos abarcaban la totalidad del continente. Cataratas salvajes y hermosas ocultaban secretos olvidados, enormes bosques en los que era imposible ver los troncos de los árboles albergaban comunidades inmensas de protectores de la naturaleza y el velo que separaba el Mundo de la carne de Sylestria, la tierra encantada, era tan fino que uno no podía saber si había puesto un pie en las provincias de los Reyes Vetustos.

Fundación del reino

Los historiadores malasthinos no aceptan que Shadel, el fundador del reino de Shadaleen, fuera el Primer Hombre que caminó por el continente para levantar la primera ciudad bajo su mandato, pero no pueden negar los grabados en piedra de los sótanos del castillo shadalense. Se cuenta que, tras haber recorrido un larguísimo camino a través de eriales helados, cavernas abismales e infinidad de peligros, el joven Shadel llegó a una tranquila llanura al pie de una junto a un séquito formado por unas quince mujeres. La curiosa compañía estaba agotada por el viaje, pero gracias a que la región era frondosa y tenía abundantes recursos naturales para aprovechar, pudieron establecerse y construir los primeros hogares que formarían, en el futuro, el Viejo Arrabal de Shadaleen a la sombra de la imponente montaña.

Al ser el único hombre superviviente, Shadel no perdió el tiempo y repartió su semilla en todas sus compañeras; no por amor, sino por la supervivencia de su pueblo. En unos años, sus chiquillos extendieron el dominio hasta bordear la montaña. Shadel, por su parte, se dedicó a explorar el lugar y a bautizar los lugares que descubrían: el caudaloso río que surgía de las profundidades de la montaña fue llamado Dupov, en honor a uno de sus hijos. La propia montaña, que cobijaba al pueblo de las gélidas ventiscas que azotaban la cordillera, recibió el nombre de Monte Ananolis, la primera mujer en dar un hijo a la estirpe de Shadel. Las llanuras, tan verdes y fértiles como aquellas que le acompañaron en un inclemente éxodo, tomaron el nombre de Llanuras Vertenia, pues era el nombre de una chica que trajo al mundo dos retoños. La catedral de Shadaleen, erigida en honor al espíritu deífico que les guió hasta la tierra prometida, la Precursora, comenzó a construirse por orden de Shadel. No se completaría hasta varias décadas después, pero la religión jugó un papel secundario en el desarrollo de Shadaleen.

Más hombres llegaron del gélido norte, bautizado como Cordillera de la Ventisca por uno de los hijos de Shadel, y estos recién llegados consolidaron lo que sería el Reino de Shadaleen. La comunidad humana se expandió más allá de las Llanuras Vertenia, y en seguida surgió la necesidad de delegar las responsabilidades. El rey designó ciertos terratenientes, que migraron desde la ciudad de Shadaleen hasta los nuevos emplazamientos del reino. Éstos tratarían de comerciar y negociar con los habitantes originarios de las tierras, ya fuesen elfos, enanos u otras criaturas autóctonas. Los primeros enfrentamientos fueron con seres de piel verdosa o parduzca, denominados orcos en su lenguaje primitivo y basto. Estos individuos fueron arrasados sin piedad por los luchadores de Shadel, y los supervivientes huyeron a las zonas occidentales de bosque. Uno de los vástagos del rey propuso dividir las provincias conquistadas y crear un mapa del lugar, idea que gustó a toda la corte. Shadel, que había sido un humilde explorador, sentía que todo esto se escapaba a su control, por lo que empezó a delegar más y más las tareas de gobierno, mientras disfrutaba compartiendo cama con jovencitas y mujeres ansiosas de pertenecer a la extensa familia real.


Imagen: Fantasy World, encontrado en Pinterest

Por Maurick Starkvind

Aprendiz de escritor desde siempre, rolero empedernido desde los trece y nintendero desde los cinco. Empecé en esto de la creatividad porque no había dinero para los salones recreativos.

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