Tuliëlle SkaraTuliëlle Skara

CAPÍTULO III

La esperada fiesta

Solo quedaban unas horas para que gran parte de la ciudad estuviera en la fiesta de Sarata Lobeth. Mi tía llegó esa misma mañana cargada de regalos. Mi tía Mashera era bellísima y nunca le faltaban pretendientes, y esta noche no iba a ser diferente y ella lo sabía, así que se trajo sus mejores galas para encandilar al mejor hombre de la fiesta. Se ofreció a preparar unos tés mientras mi abuela, mi madre y ella me veían con el regalo de mi tía: un precioso vestido de satén verde hierba de media manga para que fuéramos conjuntadas y causar sensación.

Nunca pensé que diría esto, pero tenía ganas de ir a la fiesta, ver a Zack, pero para comprobar si me había delatado a su madre Sarata de alguna forma.

Antes de entrar en la mansión Lobeth mi abuela me agarró de la mano haciendo que mis padres junto con mi tía y mi abuelo se adelantaran. Se quitó el brazalete que siempre llevaba con ella y me lo colocó en mi brazo con una gran sonrisa en la cara. Esa noche la piedra preciosa relucía blanca y brillante destacando mucho más que el vestido de mi tía, pero eso no me importaba ya que mi abuela me había hecho el mejor regalo que me habían hecho nunca.

Me sorprendió ver que la noche trascurrió de lo más normal, solo que había demasiada gente para mí. Transcurridas unas cuantas horas y tras la cena parte de los invitados comenzaban a volver a sus casas, pero muchos continuaban bailando y charlando disfrutando de la música. Marten y Sarata Lobeth comenzaron a pasear entre sus invitados hablando solo con unos cuantos, entre ellos mi familia, ya que habían reservado una pequeña sala de su mansión para estar más tranquilos con unos cuantos invitados. Un repentino ataque de sueño invadió mi cuerpo. Apresurándome me acerqué a mi madre antes de que marchara para informarle que saldría un rato a tomar el aire y dejar de escuchar conversaciones absurdas y superficiales.

Todo me daba vueltas, no podía mantenerme en pié, únicamente podía avanzar por el oscuro pasillo si me apoyaba en las paredes pero la gran cantidad de sillas absurdas y estatuas sin sentido me hacían llegar a mi destino con demasiada dificultad. Lo último que recuerdo es la voz de Zack preguntándome si me encontraba bien.

Fatal desenlace

No recordaba nada, pero tenía que escapar como fuera de allí. Al girar sobre mis talones de repente mi cuerpo quedó inmóvil, como si en un segundo me hubieran convertido en una estatua de piedra. Delante de mí estaban los cuerpos sin vida de mi madre y de mi abuela. No sé de donde saqué fuerzas pero corrí hacia ellas cayendo de rodillas a su lado. Las lágrimas no dejaban de brotar nublándome la vista. No podía creer lo que estaba pasando. Las heridas que habían provocado su muerte… es como si se hubieran quemado… “No, no puede ser… ¡Qué he hecho!”

-“¡POR AQUÍ!” “¡Está aquí!” “¡Qué no escape!” “¡LA QUIERO VIVA O MUERTA!” “Pagará por lo que ha hecho”

No podía permanecer más tiempo allí. Me despedí de mi madre y mi abuela. Las tuve que dejar atrás. Corrí en dirección opuesta a los gritos que reclamaban mi cabeza, si lograba llegar a la cocina y salir por la puerta trasera, lograría llegar al bosque. Pero no todo sería tan fácil. En la puerta de la cocina estaba Sarata. No me dio tiempo a reaccionar. Gritó a la muchedumbre que comenzaba a entrar por la puesta principal avisándoles donde me encontraba. A mi espalda escuché que Zack bajaba corriendo las escaleras. No había otra escapatoria, empujé con todas mis fuerzas a Sarata haciéndola que cayera contra el suelo. No miré atrás ni dejé de correr. Nunca podría haber oído a Zack y a su madre:

-“Pero qué ha hecho, madre.”

-“Lo que tendría que haber hecho tu abuela Yuno con la elfita Laevinë en su momento, en vez de quedarse en casa amargada toda su vida. Gracias a mí y a tu futura tía Mashera, ahora volveremos a tener el poder de esta ciudad, el que siempre nos ha pertenecido.”

-“Nunca os lo perdonaré, madre.” Zack miró a su madre, nunca en su vida odiaría tanto a alguien como la odiaba a ella en aquél momento. Él ya no podía deshacer lo ocurrido, pero se encargaría de arreglar las cosas como fuera.

Nueva vida

Logré esconderme durante unos días hasta que pude entrar a mi casa para poder coger lo necesario para escapar de allí. No culpo a la gente de la ciudad por querer verme muerta. Caminé y caminé hasta llegar a un pueblo que estaba un tanto alejado de las rutas comerciales de Calbarás. Allí había llegado antes que yo los rumores de mi matanza, pero lo bueno era que nadie me reconoció, pude pasar desapercibida.

Me hospedé en una pequeña taberna en la que no había mucha gente. Tras un par de días mientras miraba mi mapa en busca de rutas poco frecuentadas, se me acercó una anciana cuya cara la cubría con su capucha.

-“¿Sabes muchacha? No eres tan diferente a mí cuando tenía tu misma edad.”

Se retiró la capucha dejando que pudiera ver su rostro. Su cabello, que antaño fue largo y hermoso, ahora lucía blanco como la nieve, debía tener unos sesenta años. Las arrugas eran claramente visibles tanto en la cara como en las manos. Sus ojos me inspiraban paz y tranquilidad, dos sentimientos que necesitaba más que nunca. Extendió sus manos para agarrar las mías mientras decía:

-“Eres muy joven para viajar sola querida. ¿Cómo te llamas?”

-“Karsha

-“Con que Karsha, ¿eh?” Era consciente de que no era mi verdadero nombre, pero continuó sin importarle mucho. “Voy dirección Sauthelle. Allí tengo una pequeña librería con la que me gano la vida. ¿Qué te parece venirte conmigo? El viaje es largo y juntas se hará más divertido. Una vez allí, si quieres, puedes trabajar para mí. No voy a aceptar un no por respuesta, jovencita.”

Ya ha pasado más de año y medio desde que conocí a Melea. Ella se sentía sola y yo necesitaba desaparecer, ambas nos salvamos mutuamente y es algo de lo que no me arrepiento. Pero lo que hice estuvo mal, muy mal. Aún hoy no sé ni cómo lo hice y ni el porqué. Entre los cuerpos no encontré ni a mi abuelo, ni a mi padre, ni a mi tía Mashera, espero que no les hiciera algo peor y que, aunque me odiaran, aún continuaran con vida. Por más que le diera vueltas a la idea, sólo yo pude hacerlo. Nadie más en la ciudad sabía utilizar la magia y fui yo la que fue descubierta por Zack utilizándola a escondidas, la culpa recaía sólo sobre mí. Pero no podía dejar de practicarla, debía estudiar mucho más para que no volviera a pasar lo mismo. He encontrado muchos libros sobre magia escondidos entre los libros de Melea que me están ayudando mucho. Debo continuar estudiando y aún me queda mucho por aprender.

Primera parte.


Imagen: Soul Born por Daniel Dos Santos

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