Lo peor de la mediocridad es no dejar marca. Cuando eres un auténtico desastre, tus acciones resuenan por todos los lados y se comenta, una y otra vez, lo mal que lo haces. ¡Arrepiéntete, tunante! Por otra parte, si eres una celebridad dispones de un séquito de aduladores que van detrás de ti aspirando con gusto incluso tus flatulencias más repulsivas.

Para un instante y mírate en el espejo. Ahora, imagina un aura que se forma a tu alrededor como el vapor que desprendes tras pegarte una ducha más caliente de lo que deberías. ¿Y de qué color es? Carece de ello, de igual forma que no tienes relevancia en cualquier aspecto de tu vida.

¿Y a dónde queremos llegar con estas palabras? A ningún sitio. Has caminado un buen rato por un sendero lleno de dificultades para darte cuenta que, al final, la mesa que esperabas está vacía e inapetente. Qué carga más terrible y egoísta, como la porcelana del pueblo que se nos es negada sin razón. Ahora haz sonar ese pestilente sonido para que todos podamos deflectar nuestra estulticia sobre el reflejo de un futuro arrebatado.

Joder, es la puta ausencia. El síntoma de que algo ha pasado y nadie se ha fijado. Hay una multitud ahí tirando fruta podrida a un infractor. Al otro lado de la manzana hay una gigantesca cola de individuos carentes de personalidad esperando para gastarse el dinero en otra tontería más. ¡Y tú, sinvergüenza, estás en medio y nadie te ha hecho caso!

Lo peor de la mediocridad es no provocar ninguna sensación, ningún estímulo. Eres tan gris como las nubes que encapotan el cielo. Están ahí, pero sólo importan cuando empiezan a llover.

No te queda otra que soltar lo que tengas que soltar, con la vacua esperanza de hacer un minúsculo ruido, una vibración tan lamentable y falta de inspiración como un grito dentro de un frasco de cristal.

Vaya carrera que llevas, chaval.


Imagen: leonardo.ai

Por Maurick Starkvind

Aprendiz de escritor desde siempre, rolero empedernido desde los trece y nintendero desde los cinco. Empecé en esto de la creatividad porque no había dinero para los salones recreativos.

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