Furia y HonorFuria y Honor

Formar familia

Para ayudar económicamente a su clan, Jonathan propuso a Parice entregar parte del dinero de su herencia a la Justicia Metálica. Para su sorpresa, la Philodox mostró al tejano parte de los ingresos anuales de las empresas que controlaba el clan Garou, una cantidad que triplicaba la herencia total que había conseguido; Parice aconsejó a su compañero que invirtiese su dinero en un proyecto personal, algo que aumentase la herencia que había recibido. Jon caviló sobre las posibilidades mientras daba un paseo por la Umbra de Dallas.

El aspecto del mundo espiritual de la zona era bello y simple, con la gran mayoría de sus barrios anclados en los años 20. Mientras evitaba a otra horda de arañas-tejedoras reparando una construcción cibernética, Jonathan distinguió una figura entre los callejones: otro humano envuelto en una túnica negra. Sin siquiera pensarlo, el Ahroun asumió su forma de lobo y persiguió al intruso hasta un callejón sin salida; durante la carrera, pudo ver que el humano se había transformado en otro lobo pero cubierto con el mismo manto de tela negra. Arrinconado, el extraño se enfrentó a Jonathan, mascullando palabras en su forma lupina. Evaluando la situación, Jon se convirtió en Crinos y se acercó cuidadosamente al Garou extraño; su capacidad para encontrar criaturas del Wyrm hacía que su sangre ardiese: estaba ante un Danzante.

— ¡Ardor… ardor! —la voz del hombre sonaba oscura y gutural como una cueva— ¡No lo merezco! ¡Debo… debo arder! —aulló, para después explotar en una llamarada verde, consumiéndose en carne pastosa y achicharrada.

Jonathan llevó a su manada ante el Danzante quemado. Benedict recogió parte de la carne para realizar rituales sobre ella y Parice analizó la situación. Los Danzantes enloquecidos eran bastante comunes, pero ninguno de ellos se había suicidado en una conflagración de fuego vil. Las pesquisas de Benedict no llevaron a ninguna parte, pues los espíritus que ayudaban la búsqueda terminaban encontrando huecos vacíos o se negaban a ayudar después de estar buscando mucho tiempo. Los análisis orgánicos de Parice no revelaron más que tejidos quemados y organismos comunes. Jonathan ordenó a las manadas de Cliath que patrullasen la zona concienzudamente, ya que el turno nocturno que creó años atrás se fue desvaneciendo poco a poco. Tras días de observación e investigación, Jonathan dio por finalizada la búsqueda del misterioso culto de Danzantes. Decidió dedicarse a administrar el dinero de la herencia de su padre, invirtiendo en una empresa industrial de fabricación de barcos por consejo de Parice.

Mientras pasaba el día embutido en reuniones empresariales de humanos chupópteros ansiando recibir beneficios, decidió reunirse de nuevo con Natalie. Las guerras internas de la Justicia Metálica habían finalizado y él estaba formando un negocio con futuro, así que sintió la necesidad de traer descendencia al mundo. La chica no estaba al tanto de las intenciones de Jonathan, pero se vio incapaz de rechazar la invitación del Morador del Cristal.

El embarazo de Nat, producto de su encuentro en la cama semanas antes, no pilló por sorpresa a Jon. Contento con su futuro de padre, se declaró a Natalie a los dos meses. La boda tuvo lugar en una iglesia preciosa en las afueras de la capital tejana, Austin. Entre los asistentes de la boda se encontraban sus fieles compañeros de manada, Benedict Vaughan y Parice Schreiter; el rey de la estirpe Colmillo Plateado, Andrey Ross, con su enorme familia acompañándole; Owen Shipnewcard, orgulloso de ver cómo su primer experimento con el Suero del Despertar había llegado a formar una familia y ser un Garou pleno. Varios Garou de la Justicia Metálica asistieron al evento, felicitando a Jonathan por el enlace y su futuro Parentela. Cuando la ceremonia ya pasó y los invitados estaban bailando al son de la orquesta, Jon meditó la situación: él quería un hijo fuerte, que compartiese su sangre Garou. Quería ser mejor padre que lo que fue el viejo Harold Stevenson, así que su retoño no iba a ser un “Parentela”, sino un Garou de pleno derecho.

Los meses siguientes pasaron rápido. Jon adquirió una casa de dos pisos situada en una zona residencial de Dallas y estuvo ayudando a Natalie con sus clases de parto. Jonathan no aceptaba que su hijo fuese a ser un Parentela, a pesar del Rito que hizo celebrar a Benedict para predecir la potencia de su semilla. Queriendo ignorar a su clan, Jon se centró todo lo que pudo en su mujer y su hijo, aunque nunca reveló sus inquietudes a Natalie.

En 1982 nació Josh Stevenson, un Parentela más de la Justicia Metálica. La realidad golpeó a Jonathan al ver que su hijo no iba a ser el Garou que hubiese deseado. Se tragó su orgullo y aceptó todos los cumplidos por haber tenido un niño sano y con mucho futuro. Por la noche, se pasó varias horas destruyendo espíritus y Perdiciones menores, envuelto en un aura mezcla de furia y despecho. Jonathan cayó agotado después de todo el esfuerzo que hizo y se quedó adormilado en la Umbra.

Durante el sueño, tuvo unas visiones horribles. Una bestia del tamaño de un tractor se elevaba por encima del bosque, vomitando bilis sanguinolenta que arrasaba la tierra. Un grupo de Crinos hacían frente a la criatura, pero ésta los asesinaba sin inmutarse. Un escalofrío recorrió la espalda del Ahroun. Los Theurge le habían hablado sobre las profecías y cómo se manifestaban, pero nunca creyó que iba a sufrir una. Crujió su cuello y desperezó sus músculos; la lucidez que siempre había rondado a su cabeza desapareció: no era una visión, sino la respuesta de su propio cerebro a su enfado por no tener un hijo Garou. Los hombres lobo no eran lo único que podría salvar el mundo, la Parentela era igual de importante, tanto para expandir la semilla como para ofrecer su apoyo a la Nación Garou. El Morador del Cristal regresó junto con su esposa, y juró que iba a hacer de Josh una persona de provecho bajo su diligencia. Estas palabras alegraron mucho a Natalie y abrazó a su amado. A la semana siguiente, se situaron definitivamente en Dallas y su vida de casados con hijo comenzó.

La participación de Jonathan en la manada aumentó de nuevo, uniéndose a la investigación de Benedict sobre unas extrañas construcciones que estaban llegando de Europa. Al parecer, una misteriosa mujer de origen eslavo había comprado una fábrica a las afueras de Los Ángeles, ordenando construir una réplica de mazmorras medievales. Como el clan de la zona se negaba a colaborar con la Justicia Metálica, Parice sospechaba que aquello estaba beneficiando a los miembros del clan Susurros de la Suerte. Benedict y Jonathan viajaron hasta Los Ángeles a principios de 1986, donde hicieron trabajo de campo durante una semana. Una fábrica en pleno funcionamiento de industria textil tapaba el intrigado complejo subterráneo, escondido tras una máquina gigante de metal. Ese día el Theurge se encontraba inspirado, pues localizó a la mujer tratando con Danzantes de la Espiral Negra allí mismo. En contra de la voluntad de Jonathan, Benedict resolvió la situación pacíficamente, interrogando a la mujer a solas y obteniendo información sobre los planes de los Danzantes; aunque el Colmillo Plateado no compartió los detalles con su compañero, prefirió dárselos directamente al líder de la Delegación Sur y su rey, Andrey Ross. El Morador del Cristal no comprendió la actitud de su compañero, aunque no quiso darle más importancia.

Después de su visita a Los Ángeles, Jonathan tuvo una idea para su compañía: trasladar la central a las costas del Pacífico y trabajar en la creación de barcos de carga para enviarlos al continente asiático. Mientras organizaba todo la documentación necesaria, recibió una visita de Parice. La novia de Benedict, una chica llamada Crystal Pylmont, llevaba cuatro meses embarazada. Jon se enorgulleció de su amigo, olvidando la extraña actitud que había tenido al salir de Los Ángeles.

— Jonathan, no he venido sólo a decirte esto… —la Philodox hizo una pausa y tragó saliva. Parecía dubitativa—. La información que nos ha dado Benedict… es la situación de una de las Colmenas más grandes de todo el oeste de los Estados Unidos —la mirada de Jonathan cambió—.  Él no te dijo nada para que no te embarcases en tu cruzada personal contra el Wyrm.

— ¡¿Mi cruzada personal?! —Jon pegó un puñetazo a la mesa. Parice pestañeó— ¿No se supone que es NUESTRO deber matar a esa escoria? —se levantó precipitadamente y se puso a la altura de la Philodox. Se miraron fijamente y la respiración de los dos se aceleró— Dame ese informe, dame un mapa y los machacamos. Y después me cargaré a los del túmulo local por ser unos incompetentes.

— Por favor, Jonathan. Soy tu líder y tienes que obedecerme. Lo que propones es un suicidio — aunque Parice tartamudeaba. La presencia de Jonathan imponía.

— ¿Suicidio? ¡Morir por Gaia sería el honor más grande! Se me recordaría como el puto bastardo loco que jodió a una Colmena entera de Danzantes de la Espiral de Mierda —Jon observó la mirada de Parice y el tono en el que le dijo las cosas. Aunque lo parecía, la Philodox no era para nada frágil. Y era su líder—. ¡Como tú digas! Seguro que el maricón de Benedict no me lo ha dicho antes para que no arrastrase su culo aristócrata al foso… —pero antes de terminar la frase, vio los verdaderos motivos— El hijo de puta no me ha protegido a mí. ¡Quería vivir para ver a su novia!

— No es así, Jonathan —respondió Parice inmediatamente. El Ahroun se sentó y los dos recobraron la compostura.

— Como sea, Parice —se echó hacia delante en la silla y unió las manos entre los dedos—. ¿Qué planes tenemos?

— El rey Ross desea esperar el siguiente movimiento de los Danzantes. Dice que, aunque sea amoral, podemos aprovecharnos de una guerra entre esa Colmena y los Susurros de la Suerte —las palabras de Parice sonaban artificiales, como de un robot. Ella siempre ponía ese tono después de una discusión.

— ¿Así que el viejo Colmillo pretende conseguir ese túmulo por las malas, eh? —Jon frunció el ceño y puso una expresión sarcástica ante Parice— Primero quebrantamos una regla de la Letanía por no matar a esos mierdas… y ahora quebrantamos otra, ¿cómo era? —el Ahroun hizo una pausa que enervó a su líder. Sonrió— “Nunca provocarás la corrupción de un túmulo”, ¿no?

— El objetivo es colaborar en la recuperación de la zona una vez hayan sido atacados. Por favor, Jonathan, es una estrategia interesante. Los Danzantes no son mucho más que ellos, los superamos en número y en preparación —se justificó Parice. Jon no pensaba bajarse de su orgullo.

— ¿Y si la información que le ha dado la rusa esa a Benedict es incorrecta? Mandamos un equipo de diez Garous bien preparados, los putos amos de la Justicia Metáica, al culo del campo de batalla entre los mierdas de Los Ángeles y la “Colmena más grande de EEUU”  —Jon colocó su mano izquierda en la mesa, entre los papeles a medio firmar. Con el dedo meñique simbolizaba una de las partes y con el pulgar la otra— Aquí van nuestros putos amos a resolver el día y a ser los mejores del lugar, pero resulta que toda esta mierda es un plan urdido por los Susurros de la Suerte para jodernos. Entre ellos y los Danzantes son más que los putos amos bien preparados que hemos enviado, así que nos joden y se ríen de nosotros —con la mano izquierda aplastó el pulgar de su derecha, que simbolizaba el equipo de elite de la Justicia Metálica—. ¡Zas! Siguiente parada: Dallas. Y a mí no me gustaría nada que fuese en Dallas, Parice.

— Entiendo tu preocupación, Jon —la Philodox frunció el ceño y se cruzó de brazos—. Evidentemente enviaremos primero un par de exploradores a comprobar la veracidad de estos datos.

— Pues espero que estén en lo cierto. Ahora, si me disculpas, debo firmar toda esta basura —intentó pasar el brazo por encima de la mesa para mostrar todo el trabajo que tenía, pero se llevó por delante todo el papeleo—. Cojones, ahora tengo que ordenarlo entero.

— No he terminado, Jonathan. El general Cleavefist ha solicitado tu presencia en nuestra base mañana por la mañana.

— ¿Qué es lo que sucede? —la expresión de Jon cambió de socarrona a sorprendida. Hacía años que no hablaba con Brandon Cleavefist.

— Hay ciertos conflictos en Oriente Medio, relacionados con el petróleo de la zona. Cleavefist sospecha que pueden estar motivados por conflictos entre Señores de la Sombra y los Caminantes Silenciosos —Parice colocó sobre la mesa, ahora libre de papeles, un par de dossier con recortes de periódico y datos plasmados en gráficas—. Quiere enviar una manada especializada para localizar signos de Garous.

— ¿Y qué pintamos nosotros en todo eso? No tiene mucho sentido, eso está por Italia —la geografía nunca se le dio bien a Jonathan.

— Italia está bastante lejos de ese lugar, Jon. Buscamos aliados fuera del país, el conflicto con el Wyrm no existe sólo en Estados Unidos. La posibilidad de expansión por Europa y Asia haría de nuestro clan uno de los más poderosos del planeta —el tono de consternación de Parice era evidente. Jon parpadeó y terminó aceptando la visita.

Jonathan acompañó a su líder hasta la puerta de su casa. Por el camino, Parice intercambió miradas con Natalie y Josh, que estaban jugando alegremente en el salón. Jonathan no iba a verlos durante mucho tiempo si aceptaba la proposición de Cleavefist, aunque el Ahroun no era consciente de ello. Parice sonrió.

El día despertó gris y deprimente. La reunión con el anciano Cleavefist tan sólo dejó en claro que el líder del Departamento de Asalto y Defensa debía retirarse. Sus conspiraciones paranoicas hacían agua por todas partes, pues planteaba la Primera Guerra del Golfo entre Irán e Irak como una pantalla de humo para el saqueo de petróleo por parte de los Señores de la Sombra. Uno de los candidatos apoyaba la teoría, un Ragabash Morador del Cristal llamado Terrence McCoil. De constitución delgada y pelo castaño claro, sus ojos azules brillaban con un destello de inteligencia y malicia cuando pronunciaba su discurso a favor de Cleavefist. Al final de la reunión, los seis Garous que seleccionó Cleavefist fueron destinados a Oriente Medio a partir de septiembre de ese año.

Jonathan quiso aprovechar esos seis meses que le quedaban para estar con su familia, pero una serie de desgracias fueron apareciendo. La novia de Benedict murió al dar a luz a una chiquilla raquítica y ésta falleció a los pocos días. La actitud del Theurge cambió por completo, mostrándose reservado y silencioso, a pesar de que él afirmaba estar bien. El plan del rey Andrey Ross funcionó,  permitiendo a la Justicia Metálica obtener el túmulo de Los Ángeles. Los supervivientes del antiguo clan de los Susurros de la Suerte se unieron al enorme clan americano, formando la Delegación Oeste a cargo del brillante Andrey Ross. El anciano Colmillo Plateado eligió a Parice como su consejera, dando lugar a la organización que llevaría el clan durante muchos años. Aunque Jonathan participó con gusto en la destrucción de los Danzantes, la preocupación por la desgracia de su amigo nubló su habilidad en batalla y un Garou llamado Ronald Reed, un Ragabash especializado en combate mano a mano y compañero de la manada de Cleavefist, tuvo que salvar su cuello en dos ocasiones.

El tiempo pasó y la Delegación Oeste, con sede en Los Ángeles empezó a crecer como fundadora del Departamento de Enseñanza y Adiestramiento. Este Departamento se encargaría de formar a los nuevos Garous apoyándose en la tecnología y en el pensamiento corporativo de la Justicia Metálica. Jonathan se despidió de su esposa Natalie Eriksen, una abogada que salvó su herencia de una compañía sin escrúpulos y la mujer que hizo un hueco en su corazón. Al coger en brazos a su hijo Josh, de tres años, le susurró al oído que iba a ser el mejor guerrero de Gaia, por encima de sí mismo. «Aunque no seas un Garou, les demostrarás a todos que llevas mi furia». En el rellano de su casa, vio como su familia se despedía de él, orgullosa. Jonathan se preguntaba si en Oriente Medio iba a encontrar algo que echaba en falta y que le enseñó Tim el Wendigo.

— Llevar tu sendero es difícil, Jon de Calaveras. Ser un Ahroun no es sólo matar al Wyrm. Es ser justo con ello y demostrar a tus iguales que el Wyrm hay que eliminarlo con cuidado. Si destruyes todo con tu furia, no quedará nada para el honor —aunque hubiese muerto hace tiempo, la voz del Wendigo resonaba en su cabeza.

— ¿Y qué es el honor, Tim? Porque furia tengo de sobra —replicó, mientras enseñaba sus músculos.

— El honor, Jon de Calaveras, es hacer saber al enemigo que muere porque es parte del ciclo de Gaia, no por tu diversión ni porque ha hecho el mal —el Wendigo respiró profundamente—. Matar por honor te hace respetable y limpio de espíritu.

— Pero Gaia nos creó para cargarnos a esos bastardos y ellos no juegan limpio. ¿Para qué sirve el honor si solo va a lograr que el Wyrm se aproveche de ello para matarme?

— Porque es lo que te diferencia del Wyrm, Jon de Calaveras —la frase sonó profundamente mientras emanaba del Wendigo. Aquel día no hablaron más y Jonathan lo pasó enfurruñado cargando material de obra.

«En la Justicia Metálica he visto furia e inteligencia, pero no honor. Temo que en mi ausencia esto cambie para mal. Parice, Benedict, lo dejo en vuestras manos.» Jonathan se subió al asiento del copiloto del vehículo que le estaba esperando. Un avión rumbo a España les esperaba en el aeropuerto. Al volante estaba Terrence McCoil, el Fostern Ragabash de los Moradores del Cristal que se ganó la simpatía de Cleavefist. Detrás estaban Ronald Reed, especialista en informática y electricidad, y un hombre de mediana edad que Jonathan no había visto antes.

— Soy Henry Beret, vuestro sargento y líder de manada. Galliard Adren de los Moradores del Cristal y encargado de que nuestra misión despeje las dudas sobre la basura que hay en esos desiertos.

— ¿Sargento? ¿Ahora somos militares? —replicó Jonathan en tono socarrón.

— Sí, soldado Stevenson. Y más te vale que no vuelva a escucharte el resto del viaje.

Un chasquido sonó por la cabeza de Jon. Decidió obedecer por respetar la cadena de mando, pero las ganas de arrancarle los pulmones al tal Henry no se le fueron hasta subir al avión. Mientras sobrevolaban el océano Atlántico, observó a su nueva manada. No los habían seleccionado a dedo, sino que habían evaluado su historial y los logros que habían hecho por el clan. Jon sonrió.

Cuando estaban realizando el ritual para formar la manada y unirles bajo un Tótem, Ronald sugirió elegir a Siroco, el viento del desierto. Como nombre de manada, Terry iba a pronunciar su sugerencia, pero Jon se adelantó.

— Lo que buscamos, todos. “Furia y honor” —lo dijo en voz alta, esperando la aprobación de sus miembros. Los otros cuatro sonrieron y vitorearon el nombre, pero Terry se quedó callado.

«Lo que YO busco.»


Imagen: Werewolf en Pinterest

Por Maurick Starkvind

Aprendiz de escritor desde siempre, rolero empedernido desde los trece y nintendero desde los cinco. Empecé en esto de la creatividad porque no había dinero para los salones recreativos.

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