La vida en Metalícaraz era como caminar entre escombros. Las calles estrechas, sucias, adornadas por carteles de neón parpadeantes, daban la sensación de que todo estaba a punto de colapsar. Entre los edificios decrépitos y la constante presencia de pandillas, June soñaba con algo más: un futuro brillante, lejos de las sombras de su distrito. Quería ser una artista reconocida, no solo en Ciudad Tungsteno, sino en la vasta Senso-Red, donde las celebridades virtuales brillaban más que las estrellas.

Cada mañana, se levantaba temprano para recorrer las calles en su búsqueda diaria. No de inspiración, sino de cuerpos. Trabajaba como recolectora de implantes, recuperando tecnología de aquellos que ya no la necesitaban… porque habían dejado de existir. No era un trabajo agradable, pero pagaba las cuentas. La gente moría todo el tiempo en Metalícaraz, y con cada fallecido había una oportunidad: implantes cerebrales, prótesis, ojos biónicos… todo tenía un valor en el mercado negro.

A pesar de su curro tan chungo, su mente siempre estaba en la Senso-Red, donde miles de artistas mostraban su talento a millones de espectadores. June había ahorrado cada crédito posible para participar en un casting organizado por la Agencia AetherNova, una plataforma que había lanzado a muchas estrellas de la red. Soñaba con que, un día, su rostro holográfico brillara en las pantallas de los rascacielos de Nakamura, en lugar de ser una recolectora más de su mierda de barrio.

Pero eso ya no era un sueño: ese día había llegado. Había conseguido la pasta suficiente para comprar un pase al casting de AetherNova, un billete que le garantizaba una entrevista cara a cara con los cazatalentos de la agencia. El único detalle era que el casting no se celebraba en Ciudad Tungsteno, sino en un satélite orbital que flotaba sobre la urbe.

La emoción recorría su cuerpo mientras subía al transporte espacial, una nave de líneas elegantes y asientos ajustados que se elevaba rápidamente hacia la órbita. La cápsula vibraba con un zumbido suave, y June miraba por las pequeñas ventanas, viendo cómo la megaciudad se hacía cada vez más pequeña, reduciéndose a un mosaico de luces intermitentes. Estaba a punto de dejar atrás todo lo que conocía: una nueva vida la esperaba allá arriba, o al menos eso creía.

El satélite orbital era un astropuerto flotante, inmenso, con paredes de cristal transparente que permitían ver la vasta negrura del espacio. Miles de naves, lanzaderas y vehículos espaciales se reunían allí, puesto que tenían que declarar sus cargamentos antes de entrar en la atmósfera de Perguilos II. June apenas podía contener su emoción mientras ingresaba al lobby principal, donde decenas de aspirantes como ella esperaban su turno. La Senso-Red proyectaba anuncios y campañas por todas partes, mostrando a las estrellas de la agencia en conciertos holográficos y programas de entretenimiento.

Mientras esperaba su turno, una leve vibración sacudió el suelo. No le dio mucha importancia al principio, hasta que el sonido de una alarma perforó el ambiente. El zumbido tranquilo del satélite se convirtió en un caos. Las luces comenzaron a parpadear, y una voz mecánica anunció con calma perturbadora: «Fallo estructural detectado. Evacuación inminente.»

Antes de que pudiera reaccionar, una explosión sacudió el satélite. Los vidrios del lobby se rompieron en mil pedazos, y June sintió cómo el aire era succionado hacia el vacío. El suelo tembló bajo sus pies mientras una onda expansiva la lanzaba contra una de las paredes. El oxígeno comenzó a escaparse, y el frío del espacio se filtraba por las grietas.

June se arrastró hacia una cápsula de emergencia, sintiendo el pánico de los demás aspirantes que gritaban y corrían sin rumbo. Antes de poder entrar en una ellas, tuvo que golpear violentamente en la cabeza a un par de imbéciles operadas hasta el cuello. Aquellas idiotas no tenían por qué compartir la salvación con ella; logró entrar justo cuando la cápsula se sellaba, lanzándola al espacio en una trayectoria descontrolada. El satélite orbital estaba en llamas, partes de su estructura flotaban a la deriva, y desde la pequeña ventana de la cápsula, June vio cómo las oficinas de AetherNova se convertían en un espectáculo de fuegos artificiales mortales.

La cápsula giraba sin control mientras flotaba en el vacío. June intentaba estabilizarse, pero los controles parecían estar fuera de su alcance. El silencio en el espacio era ensordecedor, y la oscuridad la envolvía como un sudario. Su respiración se volvió rápida y entrecortada. Sabía que no quedaba mucho oxígeno, mientras se alejaba más y más de su planeta natal, Perguilos II. Con la mente acelerada, solo podía pensar en su sueño, en su deseo de convertirse en algo más que una recolectora. La ironía de la situación la golpeó: había dejado las miserias de Metalícaraz atrás, solo para encontrarse atrapada en una prisión aún peor, flotando en el abismo sin fin.

El Senso-Nexo, una conexión neuronal básica, todavía funcionaba en su cabeza. Podía intentar acceder a la Senso-Red a través de su implante cerebral, pero el vínculo era débil. Intentó conectarse, buscando ayuda o alguna señal de rescate. Se conectó a la red central de AetherNova, en la emisión en directo de sus castings a futuros talentos. June no entendía por qué seguía activa, pero aprovechó la situación para que su rostro apareciese ante cientos o miles de espectadores. En lugar de una actuación artística, los asistentes veían a una chica atrapada en el espacio, luchando por sobrevivir. Los comentarios comenzaron a aparecer en la pantalla:

«¿Es esto la vida real?» 

«¡Es una performance! ¡Increíble! ¡Parece auténtico!» 

«Esto es parte del show de AetherNova, ¿no?»

«Me fliparía ver más cosas así. ¡Mirad su cara, está a punto de llorar!»

El público en la Senso-Red no podía distinguir la realidad del espectáculo. Para ellos, June estaba protagonizando la mejor actuación de su vida. Sin embargo, para ella, cada segundo era una batalla contra el vacío, una lucha por el oxígeno que se agotaba rápidamente. Finalmente, cuando sus pensamientos comenzaban a desvanecerse y el frío se volvía insoportable, vio algo en la distancia. Una luz, una nave de rescate. La baliza estaba emitiendo un mensaje de socorro, y la ayuda estaba en camino.

Mientras la nave se acercaba y la cápsula era arrastrada hacia el interior de la bahía de rescate, June sintió una mezcla de alivio y desconcierto. Había sobrevivido, pero su sueño… su sueño de ser reconocida en la Senso-Red se había cumplido de la forma más irónica posible. Había entrado en la red, pero no como artista. Era la chica que había sobrevivido a la catástrofe de AetherNova, y aunque su rostro ahora era conocido en toda Ciudad Tungsteno, no era exactamente la fama que había imaginado.


Imagen: Generada por inteligencia artificial

Por Maurick Starkvind

Aprendiz de escritor desde siempre, rolero empedernido desde los trece y nintendero desde los cinco. Empecé en esto de la creatividad porque no había dinero para los salones recreativos.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.