Ngon posee un nombre curioso, y su pronunciación es harto complicada para los que tenemos los colmillos muy pronunciados. Padre insiste en que cada gatónido ha de tener su propio nombre, ya sea elegido o por bautismo, y este joven blanquinegro se parece tanto a Sheol que termino confundiéndoles. Mi regio pelaje me hace ser único, pero entre los miembros de la tribu hay patrones que se repiten. Supongo que es normal.
Es común que los jóvenes de la aldea se encuentren recluidos con las matronas hasta que son capaces de cazar por sí mismos. Así es como lo quiere Padre, más por consternación que por obediencia, pero lo que ocurrió con Ngon sólo confirma sus temores. Mientras éramos dirigidos por Pakko hacia la aldea gatónida, un grupo de caza liderado por Selina salió a nuestro encuentro. La presencia del aliado de los pieles verdes enervó a nuestra centinela y de no ser por mi rápida intervención como príncipe, el indigno Pakko ya habría sido ajusticiado; aun así, su actitud es deplorable.
Uno de los aprendices de Selina, el joven Ngon, estaba tan emocionado que no paraba de saltar y corretear de un lado para otro. Era la primera vez que abandonaba la aldea, y su físico delgado y atlético le hacía un acechador genial a pesar de los continuos bufidos de Selina. Mi hermana no le quitaba ojo, porque sus manchas eran muy similares a las de Sheol, y yo ya sé lo poco que le gusta a Talim. La tranquilicé. Después de lo que ha montado, lo último que le queda es hacerme caso.
Escribo esto a la luz de la luna, con mis súbditos gatónidos descansando. Sheol se ha quedado cerca de Pakko, Selina de Ngon y yo comparto un cómodo hueco con Talim; a la mañana volveremos a estar en la pacífica aldea gatónida. Yo espero que sea así.
(El papel está arrugado y manchado de barro).
¡Maldito Pakko! ¡Sabía que no podía confiar en él! A la primera luz del alba, se ha largado junto a Sheol, Talim y Selina. No sé si lo ha hecho por fastidiar o porque todo esto era su plan… ¡maldición! Ngon dormía plácidamente cuando ha ocurrido esto, y le encuentro muy consternado. ¿Es una nueva palabra? Me ha contado que él, cuando no formaba parte del Valle de los maullidos, vivía con unos humanos que tenían una criatura atemorizante. ¡Horrible! Se me han erizado los bigotes cuando ha descrito a aquella bestia enorme llena de dientes. ¡Demonios! ¡Ngon y yo debemos rescatar a nuestros amigos de las garras de Pakko y sus esbirros pieles verdes! Guardaré mi Diario aquí, para que quede constancia de mis aventuras y no se estropee.
¡Allá vamos, Pakko! ¡Kael y Ngon darán buena cuenta de tus fechorías!
Imagen: el gato Ngon por Maurick Starkvind.