IblisiosYlatIblisiosYlat

La vergüenza viviente de la primera nación esserina.

  • Pronunciación: iblisio, iblisia, iblisios
  • Rasgos: astutos, autosuficientes, cínicos, diabólicos, rechazados
  • Características: carisma, voluntad, manipulación
  • Habilidades: callejeo, hurto, intimidar, sigilo
  • Clases predilectas: brujo, ladrón, luchador
  • Idioma: rasmálico (dialecto iblisio)

Los iblisios son los descendientes del antiguo Reino de Gylran, una nación humana que fue corrompida por los tejemanejes de sus gobernantes y destruida por los mismos entes infernales que convocaron. La marca infame está presente en cada uno de ellos y ahora, desprovistos de una tierra natal a la que puedan regresar, han de encontrar su lugar entre sociedades que les desprecian y les temen por igual.

Aspecto

Un iblisio suele medir más o menos lo mismo que un humano común de Esseria o de Taiuhn. La coloración de su piel varía del rojo oscuro al rosa violáceo, pasando por tonalidades humanas o blancos impolutos; los colores más rojizos suelen ser testimonio viviente de su sangre infernal.

 Sus ojos carecen de iris, mostrándose como orbes luminiscentes de color pálido o ardiente. De su frente surgen dos cuernos compuestos por queratina que suelen variar de iblisio a iblisio en forma, longitud y tamaño.  Sus dientes suelen crecer en formas puntiagudas, aunque unos pocos gozan de una dentadura plenamente humana; estos «elegidos» suelen poseer facciones más humanas que diabólicas. Una cola prensil emerge desde el final de su espalda y puede llegar a medir entre ochenta centímetros y un metro; si la entrenan a conciencia pueden llegar a utilizarla de forma muy hábil.

Las piernas de un iblisio tienen la articulación de las rodillas semejantes a la de una cabra o un carnero, y el aspecto de sus pezuñas peludas les impide utilizar calzado con normalidad. No obstante, su movimiento no se diferencia del humano común. 

Reproducción

La disposición del aparato reproductor iblisio no difiere del de un humano estándar. Los ciclos de ovulación y el tiempo de gestación es el mismo, y un iblisio puede aparearse con un humano sin ningún tipo de impedimento. No obstante, la posibilidad de quedarse encinta de una hembra iblisia o de preñar de un macho iblisio es bastante baja. Más allá del propio morbo por las diferencias físicas obvias, la unión entre estas dos especies siempre dará lugar a un nuevo iblisio. La sangre de los diablos es dominante y fuerte.

Cualquier otro intento de unión con otras razas que no compartan origen humano será estéril.

Situación

Condenados a portar el estigma infernal de sus ancestros, los iblisios han viajado por Esseria y por Taiuhn sin llegar a encontrar un lugar al que volver a llamar hogar. A pesar de que los culpables de la corrupción de su sangre murieron hace siglos, el resto de habitantes del continente les guarda un odio particular –e injustificado, la mayoría de las veces-: su presencia inquieta a los viandantes, los mercaderes desconfían de ellos y son los primeros en ser acusados si una desgracia ocurre cerca.

Este odio continuo y persecución les ha forzado a ser  independientes y a depender sólo de los de su propia especie; existe un dicho entre los esserinos muy común en las zonas centro-sureñas que reza «algo peor que un iblisio son dos iblisios juntos». Desde la caída del antiguo Reino, los iblisios no han vuelto a levantar una ciudad ni se han molestado en crear una nueva nación. En su lugar, se han asentado donde los demás les dejaban. No obstante, entre los que no son iblisio suele escucharse el rumor de que unos pocos individuos intentaron retomar sus costumbres, sobre todo la del Culto a la Sangre, en diversos parajes a lo largo de Esseria. Evidentemente, estas habladurías serán  negadas por completo si llegan a oídos de un iblisio.

Los iblisios se llevan especialmente mal con los descendientes de Alleinn Nuj, los humanoides conocidos como dracónidos. El estilo de vida que llevan los iblisios choca con la obsesión por el honor y el compromiso de los dracónidos. De todos modos, un iblisio siempre esperará ser menospreciado ante otro esserino, y ser odiado por otro más no le causará mayor preocupación.

Religión

En el momento más álgido del Reino de Gylran, los sacerdotes honraban a una suerte de deidad común que se conocía entre la gente como la Precursora. Esta entidad, mezcla de varios conceptos que los humanos habían tomado de las otras razas con las que compartieron tierras, se dejó de lado en el momento en que la Poza de Iblisontheraxx fue creada. Tras la Batalla por Iselm, los iblisios crearon un Culto a la Sangre de los diablos para explicar cada inquietud teológica del día a día. El clero que se formó negaba la existencia de los dioses de otras culturas, y los consideraba una representación distorsionada de los diablos al otro lado del velo. 

Tras la Caída del Reino de Gylran, los supervivientes dejaron de lado el culto y regresaron a las enseñanzas de la Precursora. Sin saber si realmente querían encontrar redención escudándose en sus antiguas creencias o dejar atrás el infame pacto de sangre que habían hecho con los diablos, los iblisios mantienen en la actualidad la creencia de que tanto Ylathia como sus progenitores infernales les han dejado de lado.

Origen

Cuando los recursos de los territorios del Reino de Gylran comenzaron a escasear y las revueltas entre campesinos preocupaban de más a la corte, el monarca gylrani envió una expedición a las tierras del norte en busca de campos más fértiles. Los exploradores regresaron con la nueva de que habían encontrado un valle a rebosar de vida y verdor; pero sus habitantes eran dragones de acero, gobernados por el recio –pero justo- emperador Nercerón

El monarca, ya consciente de que no iba a poder vencer a los dragones con métodos convencionales, fue convencido por un hechicero de llevar a cabo un ritual que podría imbuir con poderes diabólicos aquel que se prestase a participar. Con el sacrificio de cinco aldeas del Reino, el nacimiento de los Primeros de sangre diabólica tuvo lugar. Pero aún así, no pudieron hacer nada contra la mera presencia de Nercerón.

En medio de la frustración, los diablos aprovecharon el portal ritual para manifestarse en Iselm, la capital de Gylran. Este inconveniente costó la vida al monarca, pero uno de los generales tomó el control de la situación evitando que Gylran fuese consumido por los dragones de acero, los diablos y los rebeldes que se habían levantado en contra de la corona. Llevó a cabo un pérfido plan que le permitió dar la vuelta a la situación haciéndose con Nulsärax, hija de Nercerón, y utilizándola como moneda de cambio para que el emperador ayudase a acabar con los invasores. Mientras Nulsärax era custodiada, el general torturó a la joven dragona para hacerse con secretos que podría usar en contra de Nercerón si este decidiese tomar represalias. 

Tras la Batalla por Iselm la vida de los gylraníes regresó a la normalidad. El acuerdo con Nercerón les había proporcionado los territorios del Valle de Jamrud y el Reino pudo vivir en paz hasta que Narelmayl, aquel que derrocó a Nercerón, arrasó personalmente cada población del Reino. La extinción de los iblisios hubiese sido definitiva de no ser por Nulsärax, que a pesar del sufrimiento que le provocaron, salvó a varios de una muerte segura. Los supervivientes de la criba dragontina se dispersaron por Taiuhn y por Esseria, marcados para siempre con la marca diabólica y el odio de los dragones de acero.


Imagen: Like Fine Wine por PrismtaticVixen

Por Maurick Starkvind

Aprendiz de escritor desde siempre, rolero empedernido desde los trece y nintendero desde los cinco. Empecé en esto de la creatividad porque no había dinero para los salones recreativos.

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