Leyenda
A pesar de que la mayoría de leyendas sobre espíritus deíficos asumen que tales criaturas continúan con vida, las historias de Mushuki finalizan con su muerte. Cuando el mundo aún era joven y peligroso, la Gran Madre Felina se encontró perdida y desamparada en una tierra hostil; tuvo que viajar a través de llanuras ardientes, desiertos tórridos y ríos de lava abrasadora para poner a salvo a sus cachorros, los seres que en el futuro se convertirían en los gatónidos.
Tuvo que superar, únicamente con su voluntad férrea y su astucia, las agonías que un mundo joven e implacable ponía en su camino, y tras un largo camino repleto de calamidades, logró encontrar un valle solitario, entre dos cordilleras nevadas, que acabaría siendo la cuna de su progenie. Agotada por su odisea, decidió descansar junto a un caudaloso río, mientras sus pequeños empezaron a caminar por sí mismos y a explorar el lugar. Mushuki observaba con júbilo cómo disfrutaban de la calma que había conseguido tras tanto sufrimiento. Feliz por haber salvado a sus cachorros, y con una sonrisa en sus fauces, cerró los ojos y su espíritu abandonó el Mundo de la carne.
Su historia, la de la Acechadora de las Llanuras, cuenta que su cuerpo, una vez que el soplo de la vida se desvaneció, comenzó a fundirse con la hierba, la tierra y el agua ante las miradas inquietas de sus vástagos, transformándose en la guardiana silenciosa y maternal de aquel bucólico valle. En las subsiguientes eras, se continuó considerando a Mushuki como la defensora de la tierra, protectora de los caminos y representación heroica de la maternidad.
La Acechadora de las Llanuras, la Gran Madre Felina, la Que guía el camino
- Ideograma: Marcas de garra sobre fondo verde y marrón.
- Religión: Circunstancial, poco focalizada. Complementaria a otras creencias.
- Devotos: Agricultores, viajeros y gatónidos.
- Moralidad: Conservación de la tierra y la vida a través de la bondad y el respeto.
Adoración
Las narraciones sobre las proezas de Mushuki trascendieron a sus chiquillos, los gatónidos, y las leyendas sobre su sacrificio por el valle sagrado llegaron a oídos de otras razas. Ciertas interpretaciones asumen que, después de atravesar una miríada de peligros en busca de un territorio digno y pacífico para sus hijos, su espíritu se ató a la tierra para proteger los frutos de la naturaleza, y así asegurar la perpetuidad de sus descendientes. Esta dedicación por sus pequeños le ha otorgado cierta fama como adalid de la fertilidad; es por esto que, en ciertas comunidades élficas, las nupcias se celebran en honor de Mushuki.
Por esto, los fieles a Mushuki suelen ser ganaderos o agricultores que buscan por medio de sus rezos, protección para sus ganados y cultivos. Su éxodo a través de la peligrosa antigüedad le ha otorgado la fama de ser una protectora de los caminos; por ello, los viajeros que desean disfrutar de una marcha segura y carente de problemas, se dedican a rezar a la Gran Madre Felina. Suele ser común, entre las comunidades humanas, llevar un gato como acompañante en viajes largos, para invocar su protección.
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Mushuki era algún tipo de felino primitivo, y los grabados gatónidos la muestran como una pantera o un puma enorme. Ciertos grabados sugieren que tenía seis patas, y otros la dibujan con una abundante melena como un león. Todas las representaciones de la Acechadora de las Llanuras coinciden en asignarle rasgos felinos, aunque otras más paganas le añaden atributos de mujer, un aspecto más humano o un largo manto que cubre toda su espalda hecho con follaje.
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