Suero Crítico

Habían pasado dos años desde que el doctor Brayden Turner había reunido a los atrevidos exploradores espaciales que habían pisado Zarerranu. El gobierno norteamericano había levantado toda una operación secreta con el fin de aprender y aplicar las capacidades sobrehumanas que Theodor Kampfmann y su grupo habían adquirido al verse expuestos a la radiación épsilon de los monolitos del asteroide. Controlados en todo momento por el Coronel Maurice Dickson, lo que fuese en un principio una expedición a un cuerpo celeste se transformó en lo que podría llamarse el futuro de los Estados Unidos de América.

La perspicacia de Theodor, que supo aprovecharse de esta situación, le hizo proponer al Coronel Dickson la creación un grupo de asalto secreto llamado Equipo Colisión Inminente para participar –y organizar– misiones especiales con el único objetivo de mantener la paz mundial. Las excepcionales habilidades de Theodor, entre las que se encontraban la superfuerza y el vuelo supersónico, le permitieron auto-nombrarse líder del equipo; mientras que sus dos compañeros, Joan Lamberd, con la capacidad de revertir los campos intrínsecos de los seres vivos y la primera humana capaz de llevar a cabo el milagro de la resurrección y Ranjan Shankar Rohit, bendecido con el don de controlar el metal a voluntad, le asistirían tanto en combate como en logística. Les asignaron un edificio que perteneció a la Agencia Nacional de Seguridad, pero en seguida el presupuesto del equipo, conocido como ICT, se consumió en adaptar las instalaciones a los deseos de Theodor.

La adrenalina fluía con furia mientras destrozaba terroristas, levantaba tanques como si fuesen lonas de tela y derribaba bases enemigas con el único apoyo de sus puños. El musculoso superhombre encontraba el placer y la razón de ser en el exterminio de humanos muy inferiores a sus capacidades extraordinarias. Joan y Ranjan no disfrutaban tanto, pero las jugosas pagas extras por misión completada les mantenían unidos a la descerebrada y sanguinaria cruzada de Theodor. Sin embargo, la actitud temeraria del líder del ICT hizo replantearse al Coronel Dickson y a sus superiores la viabilidad en combate al mantener al mando a un sociópata adicto al asesinato. De igual modo, sus compañeros se sentían menospreciados por la increíble cantidad de ego que rebosaba Theodor, así que el doctor Turner se replanteó la viabilidad del agente Kampfmann como líder y estrella del Equipo Colisión Inminente.

Theodor se encontraba tumbado en la terraza superior del edificio, absorto en sus pensamientos mientras acariciaba el turgente trasero de una de sus prostitutas caribeñas favoritas, cuando recibió una visita del comité disciplinario de la NSA. En su última misión en tierras del este, acabó con la vida de más de trescientos civiles sin justificación alguna. Con un gesto rápido, Theodor despachó a su acompañante y se puso de pie, desnudo, frente al Coronel Dickson; los escoltas consideraron que había adoptado una posición amenazante y le encañonaron con sus rifles de asalto. Theodor comenzó a reírse a carcajadas frente a sus visitantes y fanfarroneó, frente a su superior, que aquellos civiles tenían altas probabilidades de convertirse en amenazas potenciales. El Coronel no cedió ante la actitud amedrentadora del superhombre y le explicó que en los próximos días un equipo de científicos se iba a instalar en el edificio con el fin de encontrar un método para replicar las habilidades del ICT. A Theodor le pareció una idea espectacular y presentó su aprobación sin pensárselo dos veces. En su cabeza, que hubiese más humanos con sus mismos poderes le daba la posibilidad de demostrarles que él era cientos de veces más poderoso que ellos.

No pasaron ni dos días y el doctor Brayden Turner ya había comenzado sus experimentos para desarrollar un suero que otorgaría habilidades sobrehumanas; auspiciado por las constantes –y molestas– visitas de Theodor Kampfmann, en menos de tres meses pudo comprender la extraña naturaleza molecular de la Piedra Celestial de Zarerranu y su aplicación como compuesto químico. Con el fin de probar la efectividad de la primera versión del Suero Crítico –que fue bautizado por Theodor en mitad de una violenta borrachera–, el doctor Turner preparó varias muestras y se desplazó hacia el Centro L.A.U.R.A., en la ciudad costera de Teapot Dome. Sin embargo, algo ocurrió cuando su transporte pasaba por uno de los barrios más peligrosos de la ciudad y el doctor Turner quedó incapacitado y sin las muestras.

Varias semanas después de que el científico hubiese abandonado el edificio del ICT, Theodor voló hasta Teapot Dome para pedirle explicaciones. El hercúleo superhombre encontró una ciudad devastada por el crimen organizado y el abuso de una extraña sustancia verde que proporcionaba superpoderes temporales a aquel que la ingiriese. No dudó ni un segundo en inspeccionar de cabo a rabo el Vane Memorial Hospital en busca de su colega, y cuando se lo encontró conectado a una máquina de soporte vital en la Unidad de Cuidados Intensivos, Theodor se dio cuenta que quizás el buen científico no había sabido cuidarse a sí mismo. En seguida sobrevoló los cielos rumbo al edificio del ICT para reclutar a sus aliados y dar un aviso de máxima emergencia a sus superiores. En cuanto el Coronel Dickson supo que su proyecto secreto de mejora humana había caído en manos de delincuentes callejeros, su enfado hizo ponerse recto hasta al terrible Theodor Kampfmann. La operación de neutralización de Teapot Dome duró unas horas, mientras el corpulento líder del ICT y su compañero Ranjan luchaban en las calles contra civiles aumentados por el Suero Crítico; Joan Lamberd, por su parte, se encargaba de revertir la tetraplejia del doctor Turner.

En mitad de las llameantes calles de Teapot Dome, Theodor se encontró con la primera horma de sus zapatos, un aumentado desquiciado e igual de fuerte que él llamado Benjamin James. Este mostrenco afroamericano había consumido tanto Suero Crítico que sus músculos estaban más hinchados que la mascota de una marca de neumáticos. Theodor no se lo pensó dos veces y cargó contra él con todas sus fuerzas. El enfrentamiento entre estas dos bestias pardas se cobró con varios edificios que acabaron transformados en escombros y un montón de bajas civiles que tuvieron la mala suerte de encontrarse en su trayectoria de movimiento. Tras dos horas de intensa batalla, Theodor pudo separar la cabeza del cuerpo de su oponente; el efecto del Suero había finalizado y le otorgó una oportunidad de oro para darle muerte. El choque entre ambos colosos había dejado agotado, pero feliz a Theodor. Por primera vez desde que regresó de Zarerranu había podido medirse en combate con alguien a su mismo nivel.

De vuelta a la monotonía y con el proyecto de Suero Crítico en pausa mientras el equipo científico del Centro L.A.U.R.A. era juzgado por un tribunal militar, una idea comenzó a gestarse en el interior de la cabeza de Theodor. En su visita a Teapot Dome, se había dado cuenta que una sustancia como el Suero, que otorgaba superpoderes de una manera temporal a los civiles, se vendía como churros en las calles. Los beneficios de las bandas criminales se habían disparado a niveles astronómicos en los pocos meses que el Subidón Verde –como se conocía a la droga en Teapot Dome– había estado en circulación. Quizás si alguien tan preparado y recto como él controlase el mercado, podría amasar una fortuna ilimitada, mucho más abundante que su sueldo actual como líder del ICT. Y si un cliente decidía pasarse de listo, podría plantarle cara y partirle la columna sin ningún tipo de problema. Mientras disfrutaba de una placentera felación por parte de su prostituta favorita y de un Chivas recién encendido, Theodor se dio una palmadita mental en la espalda. Había encontrado el modo de reunir todo el dinero que quisiese para gastárselo en lo que le diese la real gana. Era un día estupendo para ser Theodor Kampfmann.


Imagen: Abstract Cylinder Glass Wallpaper de Wallpaperup.com

Por Maurick Starkvind

Aprendiz de escritor desde siempre, rolero empedernido desde los trece y nintendero desde los cinco. Empecé en esto de la creatividad porque no había dinero para los salones recreativos.

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