Fue una noche terrible para todos los que formaban el Equipo Colisión Inminente: el cielo había decidido descargar toda su furia en forma de abundantes lluvias , atronadores relámpagos y un grupo de mercenarios sedientos de dinero y repletos de Suero Crítico habían secuestrado al vicepresidente de los Estados Unidos, el republicano Jonathon Burbanks, para exigir un disparatado rescate. Joan Lamberd, la segunda al mando del equipo y médica de campo, había asumido el mando porque Theodor Kampfmann, el líder, había decidido pasar varios días de juerga en Haití. El malestar que las decisiones y la desidia del líder del ICT habían despertado en los altos mandos del ejército y de la NSA había alcanzado un punto preocupante, y los rumores sobre una reciente sustitución se extendían como la pólvora.
Aunque las habladurías sobre el irresponsable de su colega eran la menor de las preocupaciones para Joan: los secuestradores habían establecido un tiempo de respuesta casi inmediato y pedían un impresionante cargamento de Suero Crítico a cambio de devolver al vicepresidente al Despacho Oval. Los disturbios en Teapot Dome no habían pasado desapercibidos a terroristas, malhechores y periodistas de la prensa amarilla, y los efectos de un tónico milagroso que permitía a los seres humanos evolucionar un paso más allá lo equiparaban -e incluso superaban- a grandes riquezas, al lujo de la fama o a una combinación de las dos cosas. La avaricia humana no tenía límites y, tras esa noche, el egoísmo iba a competir con la estupidez.
Habían pasado varios meses desde el incidente en Teapot Dome y el científico Brayden Turner cumplía condena en una prisión de máxima seguridad perdida en Nuevo Hampshire. La pérdida de las muestras maestras del Suero Crítico había sido el desencadenante de una cadena de eventos que dejó en evidencia al ejército norteamericano y a la eficacia del Centro de investigación L.A.U.R.A.; sin embargo, se sentía aliviado tras haber dejado de lado sus experimentos con seres humanos y el horror de ver cómo desarrollaban poderes que, sin ninguna duda, iban a estar fuera de control. Sumergido en un plácido sueño, el científico dormitaba en su celda personal; a pesar de cumplir condena, su estatus no pasaba desapercibido y recibía todas las comodidades. Televisión de alta definición, desayuno, comida y cena en su celda, acceso a internet las veinticuatro horas del día… No se podía quejar. Pero la tranquilidad que disfrutaba no iba a durar demasiado. Frente a la puerta de su celda aparecieron Joan Lamberd, Ranjan Shankar Rohit y un hombrecillo escuálido con los ojos de un roedor, nariz respingona y constitución delgada. Brayden espetó un bufido al ser molestado a altas horas de la madrugada pero Joan, que salvó su vida cuando se encontraba tetrapléjico en un hospital de mala muerte, suplicó su ayuda. Junto a los miembros más veteranos del ICT se encontraba Juseff Geistenheim, uno de sus aprendices más locuaces y preparados. Brayden recordó que había demostrado ser un auténtico sociópata al disfrutar cuando los sujetos de pruebas sufrían contratiempos o eran reducidos a masas sanguinolentas y palpitantes. Un escalofrío recorrió su cuerpo al ver de nuevo esos ojos pequeños y nerviosos.
La doctora Lamberd le dejó las cosas claras a Brayden: necesitaban sus conocimientos para desarrollar una nueva versión del Suero Crítico que otorgase los mismos efectos que la Piedra Celestial, pero que su duración fuese más breve. El ICT había desarrollado un plan que permitiría dar a los secuestradores lo que querían sin que se pusiese en peligro la seguridad nacional. En un principio el científico encarcelado se negó, pero su aprendiz le convenció de unirse a la misión «por los buenos tiempos«. La reducción de condena jugó un papel importante en su decisión, pero Joan no pudo evitar sonreír en el momento en que confirmó al Coronel Dickson que el antiguo director del Proyecto Suero Crítico había accedido a colaborar.
A miles de kilómetros de Nuevo Hampshire se encontraba Theodor Kampfmann, tirado sobre la cama de la suite más cara del Hotel Port Royale en Haití, rodeado de bellezas caribeñas ebrias e inconscientes. Esa noche había podido cumplir su sueño más húmedo de compartir lecho con cinco mujeres a la vez, aunque no se sentía demasiado bien por haber tenido que deshacerse de sus acompañantes masculinos con una eficaz presentación de miembro viril. Se levantó, mareado por la ingesta de alcohol y de drogas sintéticas, y observó ceñudo el cielo estrellado. Como se encontraba en una habitación de hotel con vistas a la playa, no dudó en vaciar su vejiga sobre la piscina privada del complejo desde la comodidad del elegante balcón. Tras sacudirse, decidió publicar varias fotografías en las redes sociales de sus nuevos logros, pero algo le llamó la atención. Joan había intentado contactar con el por todas las aplicaciones habidas y por haber, pero como se encontraba entretenido con aquellas hembras sureñas, no había prestado ningún tipo de atención a su smartphone. Hizo todo el ruido que pudo al bostezar y culminó su espectáculo con una atronadora y olorosa flatulencia, y comenzó a vestirse con torpeza. Una de las mujeres se despertó, alarmada por el escándalo que Theodor montaba, pero los efectos de las drogas que el musculado líder del ICT utilizó para cortejarlas aún estaban en su sistema. Cayó dormida segundos después y no pudo darse cuenta de que el mancebo de rubios cabellos y músculos marcados ya había levantado el vuelo hacia Estados Unidos.
Ranjan había proporcionado al equipo un amplio camión con un laboratorio improvisado en su interior. Desde que el Proyecto Suero Crítico fuese clausurado por el Coronel Dickson, las muestras de Piedra Celestial se habían convertido en un material extinto. Pero el doctor Turner fue lo bastante perspicaz como para guardar unas pequeñas porciones entre sus enseres personales. Gracias a la combinación de intelectos de Brayden y de su pupilo Geistenheim, Joan pudo tener a tiempo el cargamento de Suero Crítico que los secuestradores habían exigido; esta nueva versión, bautizada como Turbotónico, otorgaba los mismos efectos que el Suero, pero se degradaba en el organismo a una velocidad asombrosas.
Se reunieron en un punto perdido de Pensilvania bajo las instrucciones de los mercenarios. Habían apresado al vicepresidente en uno de sus mítines mediante una operación bien calculada y rauda. Los rumores sobre los efectos del suero habían despertado su curiosidad y, tras asaltar uno de los centros de seguridad de la NSA, los confirmaron al ver las grabaciones de la batalla de Theodor Kampfmann y Benjamin James en las calles de Teapot Dome. El intercambio se efectuó con rapidez y sin ningún truco por parte de los implicados. Ranjan se llevó al vicepresidente en un vehículo biplaza en cuanto se aseguró que el político se encontraba bien, pero Joan quiso quedarse para ver los efectos del nuevo tónico.
A cambio de la duración, la fórmula había incrementado su potencia de manera considerable, y el plan se torció en cuestión de segundos. Uno de los secuestradores estalló en mil pedazos tras inyectarse una dosis y otro comenzó a emanar energía nuclear en el momento en que el suero entró en contacto con su sangre. La situación comenzaba a estar fuera de control hasta que un resacoso Theodor aterrizó sobre el campamento de los secuestradores y se llevó por delante a varios de ellos. Sin mediar palabra, el hombre nuclear salió disparado a toda velocidad hasta el vehículo del vicepresidente y le irradió con sus poderes. Ranjan no pudo soportar el efecto y sufrió un colapso nervioso, pero el político sufrió un destino peor: la radiación le transformó en un ser deforme y abotargado. Antes de que hallase la muerte, el cuerpo musculado de Theodor aplastó a aquel miserable Aumentado, sin que el peligroso aura radioactiva le afectase. Al ver a su compañero fallecido y al VIP que tenían que rescatar en un estado tan perturbador, se dirigió hacia la doctora Lamberd y empezó a gritar como un desbocado. Hizo hincapié en su inutilidad como líder y en su carencia de disciplina, a lo que la mujer contestó que sus días como dirigente del ICT estaban contados y que, más pronto que tarde, iba a acabar con sus huesos en una prisión espacial. Tanto Brayden como Juseff observaban la discusión desde la seguridad del camión de Ranjan, y el antiguo líder del Proyecto Suero Crítico empezó a temer por su integridad. Theodor, asqueado por el desafío de su compañera, arrojó el cuerpo del vicepresidente a los pies de esta y exigió que lo recompusiese. Aún afectada por el resultado de la misión, Joan comenzó a restaurar el campo intrínseco del político, pero antes de que pudiese acabar, su vientre fue atravesado por un rápido puñetazo de Theodor. No había elaborado un plan, había actuado por instinto, pero en seguida pegó un grito para que cualquiera de los dos científicos se acercase.
Con el cuerpo de Joan entre estertores de muerte, Theodor exigió a Juseff Geistenheim que averiguase un método de mantener su poder activo sin que ella presentase resistencia. No tenía mucho tiempo para elaborar una máquina que mantuviese con vida al Individuo L, que era como se iba a conocer a Joan Lamberd, pero el enloquecido doctor Geistenheim lo logró. Para mantener su coartada, Theodor no dudó ni un instante en partir por la mitad a Brayden Turner; el miserable científico vio su fin provocado por el primer sujeto que examinó. Ni siquiera se replanteó presentar resistencia. Convertidos en cómplices, Theodor y Juseff regresaron al cuartel general de la NSA con el vicepresidente Burbanks a salvo, pero con la triste noticia de la muerte de los miembros más importantes del ICT.
Theodor no había olvidado la idea que tuvo tras deshacerse de Benjamin James. Gracias a que su compinche había recuperado todas las notas del Proyecto Suero Crítico, podría dar lugar a su sueño. Eligió regresar a su hogar, la ciudad de Alcantarilla en Murcia, y volver a ser Teodoro Norberto Giménez de Luchamán. Dejó los Estados Unidos como un héroe para la nación, y llevó consigo subordinados, dinero, conocimientos y un ansia irreprimible de extender los efectos de la Piedra Celestial por la ciudad. En los primeros compases de su plan, sólo deseaba amasar grandes cantidades de dinero, pero tras ver la genialidad de Geistenheim quiso llegar más allá. El doctor le aseguró que, tras realizar los experimentos necesarios, podría extraer las habilidades sobrehumanas de los Aumentados y almacenarlas en viales de cristal para su posterior uso. Con la posibilidad de hacerse con otros poderes, Teodoro tembló de emoción al verse bendecido por los dones de la Piedra tras haberse convertido en un dios en la tierra.
En el momento en que fundó Aproventel, una empresa especializada en la recolección de basura espacial en las tierras murcianas, supo que encontraría una nueva mena de Piedra Celestial. Gracias a los poderes de su antigua aliada Joan, los conocimientos y crueldad de Geistenheim y su increíble carisma, Teodoro se hizo con la fama y el cariño de la ciudadanía en unas pocas semanas. No pudo evitar reírse y aplaudir cuando se inauguró la Nave de Aproventel, a las afueras de Alcantarilla en el Polígono Industrial Mecanatria.
Imagen: Cyberpunk Wallpaper de Picswalls.com