Yelidim, el Rehijo

«Si dos cosas rotas se unen, no forman una entera. Forman algo que no debió nacer.»

— Erik Angelus, antes de sellar la fusión de los fragmentos.

Yelidim fue el nombre final que Erik Angelus dio a la criatura surgida del rito forzado entre Iris Martínez y Bruma Nocturna. Producto de una manipulación ritual, el ser nació tras tres partos sobrenaturales: los dos primeros fueron rechazados por Iris, dominada por el miedo y el desconocimiento ante lo que acababa de parir, y la tercera, Noa, fue aceptada como hija. Los dos primeros fragmentos, llenos de rencor y sin acogida, huyeron. Angelus los fusionó para crear una nueva entidad, una criatura servil y poderosa, basada en la genética y rituales de sus enemigas mortales, las Estigmas.

• Lugar de nacimiento: Bilbao, España
• Fecha de nacimiento: 17 y 18-09-2004
• Raza: Protoser
• Estado: Destruído por Iris Martínez en las ruinas del Túmulo de la Fortaleza Crepuscular
• Afiliación: Orden de la Espina

Apariencia física

Yelidim presentaba una forma humana incompleta, de proporciones perturbadoras: piel grisácea con vetas negras, ojos asimétricos de iris rojos, boca sellada por pliegues de carne endurecida, y una voz que parecía brotar desde dentro del cráneo. Su cuerpo estaba formado por estructuras óseas irregulares, placas de queratina y pulsos de materia viva que vibraban con energía espiritual estancada. En combate, podía mutar de una forma más agresiva, con miembros alargados, dientes como sierras y un torso que se abría como una flor corrupta.

Personalidad

No hablaba a menudo, pero cuando lo hacía era con frases partidas, plagadas de doble sentido. Su voz, amortiguada y hueca, siempre repetía una única palabra antes de entrar en combate: «mamá». Poseía dos planos de conciencia: uno cruel, activo y sádico; y otro emocional, que recordaba los instantes del rechazo, el dolor del parto, y el frío del exilio. Combinaba la obediencia instintiva con una necesidad patológica de castigar a Iris, la mujer que no lo había abrazado.

Historia

La Estigma Avaritia y su «hija adoptiva», Aránzazu Guevara, engañaron a Iris Martínez, una Galliard de los Fianna y líder de su manada, y a Bruma Nocturna, un Theurge de los Uktena, mediante un ritual coercitivo en el que fueron drogados, con el objetivo de engendrar un alma humana pura capaz de abrir la Puerta del Creador. A pesar de la esterilidad de Bruma Nocturna —puesto que era un Metis—, el rito tuvo éxito.

Durante la mañana siguiente, Iris dio a luz a una criatura fétida de piel negra y ojos rojos. Aterrada, no supo qué hacer y la dejó escapar por la ventana. Al día siguiente volvió a parir, esta vez a un ser grisáceo y repulsivo que también huyó tras esquivar el intento de agresión de Iris. Fue al tercer día, ya acompañada por Aránzazu, cuando logró abrazar a la tercera criatura antes de que huyera. En sus brazos, el ente mutó hasta convertirse en un bebé de apariencia normal, de unos doce meses. A ese ser lo llamó Noa Martínez. Noa sería reconocida como la hija de Iris y Bruma Nocturna, y más adelante como la mortal destinada a abrir la Prisión Trascendental del Creador.

Sin embargo, las dos primeras criaturas, protoseres nacidos del odio y el desconocimiento, fueron abducidas por la Orden de la Espina. Erik Angelus, su líder y enemigo de la Manada del Ensueño de Iris Martínez, lejos de desecharlos, vio potencial: cuerpos imbuido de origen humano y rabia auténtica, perfectos como arma, guardaespaldas, y monstruos vivientes. Usó sus conocimientos y contactos para fusionarlos en un único ser, que fue alimentado en silencio, condicionado con códigos y entrenamiento doloroso. No con afecto, sino con precisión. El nombre «Yelidim» provenía de una deformación hebrea que podría significar «abortado por gracia» o «nacido del horror».

Durante el enfrentamiento con Iris, Yelidim se mostró como un ser de brutalidad cruda. No buscaba venganza, sino cumplimiento. Pero ante la presencia de su madre, su instinto se rompió. Dudó y vaciló, como el querubín caído que era. Y en ese instante su madre lo destruyó. No por superioridad, sino por voluntad. Lo mató con la certeza de que no podía redimir lo que nunca tuvo alma.

2ª Temporada

Fue concebido como resultado de un rito coercitivo ideado por la Estigma Avaritia y ejecutado con la ayuda de Aránzazu Guevara. Iris Martínez y Bruma Nocturna fueron manipulados bajo los efectos de una droga para que engendraran un ser humano «puro». De esa unión nacieron tres criaturas: dos fueron rechazadas por miedo y desconocimiento, y huyeron; la tercera fue aceptada por su madre. Los dos fragmentos escaparon a las calles grises de Bilbao, pero no tardaron en ser recolectados por Erik Angelus, quien los fusionó mediante tecnología del Proyecto Ícaro para crear a Yelidim.

3ª Temporada

Mientras Iris Martínez cumplía sus obligaciones como embajadora del Viento de Acero en Japón, junto al clan de la Fortaleza Crepuscular, Yelidim fue desplegado por Blanchard, aliado cercano de Angelus, con el objetivo de vengar la muerte de su creador. El Salubri lo dirigió hacia su madre, señalándole como una de las asesinas de su «padre adoptivo» y la culpable de su rechazo. Enfrentarse a Yelidim se convirtió para Iris en un acto de redención forzada y, al mismo tiempo, de negación absoluta de aquello que le fue impuesto.

Tras haber sido disparada por Jan Nevershire y abandonada en la cabaña del Túmulo de la Fortaleza Crepuscular, Iris intentó recomponerse como pudo. Fue entonces cuando la encontró. La atacó sin previo aviso, provocando un enfrentamiento feroz y desesperado. El combate fue brutal: Iris, debilitada, apenas lograba resistir las embestidas del protoser, que mutaba su cuerpo con cada golpe, generando nuevos miembros y proyectando fragmentos de recuerdos contra su madre. A pesar de la desventaja, Iris aguantó hasta encontrar un único momento de vulnerabilidad cuando éste vaciló al verla indefensa. Con un último estallido de voluntad, Iris invocó su Danza de los Cinco Vientos y le provocó heridas mortales. Ella quedó malherida, sangrando sobre el cerro, mientras el cuerpo de Yelidim se evaporaba en silencio, como si nunca hubiese tenido derecho a existir.

Los últimos pensamientos de la criatura eran de felicidad. A pesar de todo, por fin su madre le había tocado.

4ª Temporada

A pesar de su destrucción, Yelidim no desapareció del todo. A pesar de que ya no aparecía físicamente, su presencia persistía en los sueños de Iris. A veces se manifestaba como un niño de ojos negros. A veces como una masa palpitante junto a la cuna de Noa. Su memoria no se había ido. Su rencor tampoco.

Capacidades y poderes

• Ruptura corporal: Podía alterar su fisonomía de forma antinatural, separando articulaciones, alargando sus extremidades y atravesando las defensas con sus huesos afilados.
• Silencio psíquico: Yelidim emitía una presencia que bloqueaba sentidos espirituales y entorpecía la comunicación umbral cercana.
• Memoria reflejada: Podía reproducir fragmentos de los pensamientos de su víctima, mostrandolos como ilusiones vivas en su carne.
• Resistencia antinatural: Era inmune a la mayoría de los dones que afectaban directamente al alma o la moral.

Diseño narrativo

Yelidim no fue un villano. Fue un producto que cobró consciencia, un eco de todo lo que Iris no eligió. Su existencia planteaba preguntas sobre la maternidad —no como vínculo amoroso, sino como trauma biopolítico—, el rechazo visceral frente a lo incomprensible, la monstruosidad que nace de lo forzado, y la identidad como prisión ritual. 

También tocaba temas como el cuerpo ajeno manipulado, la paternidad simbólica perversa de Angelus y la naturaleza del alma como construcción cultural. Matarlo no fue un acto de justicia. Fue un reconocimiento de que no todo lo nacido merecía permanecer, y de que a veces, lo más compasivo que puede hacerse con lo imposible es destruirlo antes de que consuma lo que aún vive.

Imagen: Generada por inteligencia artificial | Moon PNG