Y las tuyas fuertes, pesadas y apretadas. ¿Qué es lo que querías hacer, repulsivo saco de carne? ¿Acaso querías ver lo que hay al otro lado? Para nada. Necesitabas excitación, sentir que tu vida estaba en peligro, ¿verdad? Un miserable como tú estaba hambriento de atención y validación, pero ya no.
Ya no porque has dejado de existir. Tus pulmones han dejado de respirar y de tu corazón sólo queda una mancha sobre el suelo.
Ahí estás tú, tumbado en el suelo, con esa cara de «¿pero qué coño ha pasado?» grabada en tu jeto para la eternidad. Te creías muy chulo entrando aquí, como si fueras el puto amo del universo, pensando que te ibas a llevar el premio al más valiente del barrio. Pero mira por dónde, el único premio que te has llevado es un billete sin retorno al otro barrio. Y no, no es el barrio que esperabas, cariño.
Continue reading “Mis cadenas son frágiles”