Shadaleen: Segunda Guerra EsserinaShadaleen: Segunda Guerra Esserina

Las noticias de la ira malasthina cayeron sobre la Corona de Shadaleen como una tormenta helada. Tanto el rey Osbeld como el consejo buscaron culpables en la Orden, que señaló a Quamara como única responsable del robo de inteligencia y uso de la misma para construir las máquinas alimentadas con Maná. Cuando fueron a apresarla, descubrieron que había huido días atrás, dejando al reino en una posición complicada. Los representantes malasthinos quisieron reunirse con el monarca para discutir los términos de entrega de la traidora, pero él se mostró esquivo. La reacción del rey de Shadaleen enfureció tanto al emperador que ordenó un asalto completo por mar a los territorios sureños del reino.

Las Costas Crepusculares, una provincia inhóspita y casi deshabitada que ocupaba prácticamente el sur de Shadaleen, carecía por completo de protección y cayó en seguida víctima de un coordinado ataque malasthino. Décadas después de su derrota, Malasthar había aprovechado el tiempo en mejorar su ejército y su flota, y esta perfección mostró sus frutos cuando en menos de una semana había conquistado la mitad del reino. El ejército invasor no hizo distinción cuando daba muerte a sus oponentes, y esta fiereza hizo replantearse sus alianzas a los territorios élficos, al reino de Erklan y al Imperio de Faustheim, que enviaron con rapidez un emisario para suplicar una alianza al Reino de Shadaleen.

Con el conocimiento que reunió de sus investigaciones y la información que le proporcionaron los enanos malasthinos, Quamara intentó escapar del conflicto que sus actos habían provocado, atravesando los bosques otoñales de Erklan. Pero su huida fue frustrada por una avanzadilla de elfos celestiales que la interceptaron antes de que subiese a un navío en Puerto Lanza, en el extremo occidental de Shadaleen. En lugar de entregarla a la Corona de Shadaleen, aquellos elfos la llevaron ante su dirigente, la reina Elora de la Estrella Coral, para que entregase la sabiduría que había disparado de nuevo la guerra entre los humanos.

Resignada a su propia muerte, la arcanista confió sus escritos a los elfos celestiales, que utilizarían sus investigaciones para crear unos monstruosos híbridos de metal, carne y espíritu bautizados como «kedeimos». Irónicamente, la propia Quamara fue la primera en transformarse en estas criaturas. La repentina aparición de estos seres truncó los esfuerzos de Malasthar en conquistar todo el territorio shadalense, y después de perder un número considerable de soldados, retiraron las tropas y regresaron a su tierra. Gran parte de las Costas Crepusculares quedaron arrasadas como consecuencia de la campaña malasthina, y millares de inocentes perdieron la vida. De no ser por la intervención del reino de Erklan, todo el Reino de Shadaleen habría sido destruido.

La reina Elora se dirigió junto a su séquito hacia el castillo de Shadaleen, para exigir la recompensa por haber tornado el destino a favor de los humanos. Durante su reunión no nombró el destino de Quamara Rowes ni que tenía en su posesión tanto el secreto del Maná como el de la metalurgia malasthina. Sin embargo, la Corona de Shadaleen exigió a los elfos celestiales deshacerse de las criaturas metálicas, pues consideraban que su creación era cruel e inhumana, casi rozando la nigromancia. Elora sonrió cuando aceptó dejar a su ejército de autómatas en manos de la Orden de Arcanistas para que los destruyesen, y se retiró de nuevo a su reino.


Imagen: Otoño Rojo Temporada por Valiphotos (Pixabay)

Por Maurick Starkvind

Aprendiz de escritor desde siempre, rolero empedernido desde los trece y nintendero desde los cinco. Empecé en esto de la creatividad porque no había dinero para los salones recreativos.

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