Shadaleen: Miedo al descontrolShadaleen: Miedo al descontrol

En los meses venideros al fin de la guerra, representantes de los bandos se reunieron en territorio neutral para decidir las fronteras de cada uno. La totalidad del bosque de Xalanth fue entregada a Malasthar, como recuerdo amargo del monstruo que puso en evidencia la debilidad de la raza humana. Shadaleen conservó las tierras al norte de aquel bosque, tan deseadas por los neretteos, que tuvieron que quedarse con las sobras: los páramos estériles al oeste del reino y su extenso e indómito desierto. El Emperador Cuthert sería destituido, y se comenzaría un nuevo linaje de dirigentes, mientras que la opinión pública sobre el monarca Travaran Shadelgast era tan negativa por haber llevado a su pueblo a extremos insoportables y por no haber engendrado un heredero, que se vio obligado a abdicar y dejar en manos de su primo Digoth Shadelgast la corona de rey.

Los elfos de Alyan Themar exigieron el pago por sus servicios a la Corona de Shadaleen en cuanto la guerra terminó. Gracias al sacrificio de sus soldados, los elfos celestiales de la Península de Erklan reclamaron la provincia como reino independiente de Shadaleen, y en seguida se extendieron como la pólvora las peticiones de las naciones élficas para recuperar lo que los humanos les habían arrebatado. Aquellas comunidades que no eran satisfacías, no dudaban en levantarse en armas y atacar a los campesinos inocentes; la Casa Keefe, que era la más afectada por las rebeliones élficas, exigió a la Corona que pusiese freno a la locura que se estaba desatando por el reino. Los Alogers apoyaron la moción de sus hermanos agricultores, pues la guardia de la ciudad comenzaba a estar abrumada por la cantidad de trabajo que provocaban los insurrectos.

Después de un asalto interno a la biblioteca de la Orden de Arcanistas, los Rowes decidieron que el desafío de los elfos había llegado demasiado lejos, y con ayuda de las Casas Keefe y Alogers, dieron comienzo a la Purga, una persecución racial que buscaba domar las rebeliones de los no humanos, excusándose en las crecientes revueltas de los elfos agrestes. Aunque aquel acto de odio racial no duró lo suficiente como para que las relaciones entre las distintas especies fuesen irrecuperables, quemó varios puentes que aislarían al Reino de Shadaleen durante una de sus épocas más oscuras. Si no hubiese sido por la intervención de Edith Bronnhum, una filósofa y librepensadora motivada por devolver la paz a su país, la Purga hubiese acabado con Shadaleen ardiendo. A pesar de los esfuerzos de Edith en conservar las alianzas que se habían formado antes de la Primera Guerra Esserina, tanto los enanos de Faustheim como los elfos celestiales de Erklan decidieron cortar las relaciones de raíz. Los pactos de aquella heroína Bronnhum apaciguaron el descontento hacia la Corona de Shadaleen, y el reino pudo experimentar una época de paz en mucho tiempo gracias a ellos.


Imagen: Fantasy her guard art, imagen obtenida en la bitácora Wizard’s Laboratory. Autor desconocido.

Por Maurick Starkvind

Aprendiz de escritor desde siempre, rolero empedernido desde los trece y nintendero desde los cinco. Empecé en esto de la creatividad porque no había dinero para los salones recreativos.

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