CAPÍTULO I
Amargo despertar
Los primeros rayos de sol comenzaban a despuntar tenuemente por la ventana llegando hasta mi rostro obligándome a abrir los ojos, pero a duras penas los podía mantener semiabiertos.
-“Pero… ¿donde se supone que estoy?”
Tumbada bocarriba sobre el frio suelo, no lograba reconocer nada de mi alrededor y asustada por la situación me incorporé de inmediato. De repente sentí unas fuertes punzadas en las sienes y un sabor amargo invadió mi paladar haciéndome olvidar el porqué de mi sobresalto. Tras controlar un tanto la respiración y tras tragar saliva un par de veces, logré terminar de abrir los ojos para que estos se acostumbraran a la luz.