En el fin de los días

En el fin de los días

El crepitar del acero fundido, la madera llameante y la ceniza aún caliente llenaban todo el lugar. A sus pies, se encontraba aquella amenaza viviente de pelo rojo como el fuego y penetrante mirada sobrenatural. Se tocó el pecho, desnudo y abrasado, y supo que se encontraba en el fin de los días: la criatura se había esforzado lo suficiente como para atravesar sus duros huesos e incendiar sus órganos desde dentro.

Suspiró aliviado, pues la carga de la responsabilidad se evaporó al mismo tiempo que su vida, pero evitó que aquella monstruosidad, llamada Estigma por las habladurías, y Fenómeno X por sus subordinados, alcanzase a destruir algo más que la ubicación del túmulo metálico. El fuego no tardó en extenderse por su interior, y en escasos segundos sus músculos, tendones, fluidos y huesos se convirtieron en ceniza. Su espíritu, sin embargo, estaba atado hacía mucho tiempo a otro reino de existencia, ajeno a la simpleza del mundo de la carne, y antes de que se diese cuenta, ya estaba pagando la deuda que dejó en vida a aquellos misteriosos seres de la Umbra profunda.

El pasado de Arvi

La muerte del cuerpo físico no es el paso final en la vida de un Garou. Cuando fallecen, ya sea en combate o por la enorme acumulación de heridas, su espíritu viaja hacia la Umbra para convertirse en un espíritu ancestro, o para reencarnarse en un nuevo guerrero de Gaia. Esta creencia era lo normal en el clan Volku Krovi, y el Theurge encargado de enseñarle al nuevo cachorro no titubeó en ningún momento a la hora de contarle lo que sucedía tras la muerte de un Garou. No obstante, aquel joven de brillantes ojos verdes y pelo lacio color paja sucia puso en tela de juicio las afirmaciones de su maestro. Si bien jamás habría llegado a la conclusión de que su copiosa vida como estudiante modelo y heredero de una billonaria herencia iba a acabar tan abruptamente como la existencia de aquellos matones que intentaron secuestrarle, era evidente que había algo más allá de las afirmaciones que todos los Theurge de Volku Krovi creían.

Dado por idiota y arrogante, Arvi Savonheimo, un recién llegado de Finlandia e incapaz de vocalizar una sola palabra en ruso, fue enviado a una muerte segura tras haberse negado a realizar los Ritos de Iniciación que le proponían los Theurge menos preparados de Volku Krovi. El líder del clan, un Anciano prepotente y acomodado en su puesto, esperaba encontrar los restos humeantes del joven Arvi, pero lo que encontró fue al joven Cachorro tendido sobre la nieve y ensangrentado por completo, mientras ordenaba a las dos Perdiciones que atormentaban la zona de la prueba que se matasen entre ellas.

Arvi no tardó en levantar cejas de los viejos Garou. Su inusual perspicacia y elocuencia, en conjunto con su creciente habilidad para desentrañar misterios que tenían en vela a los Theurge significaban algo más que un cachorro sabelotodo. No tardó en llegar la noticia de la existencia de este prodigio a los oídos de uno de los chamanes más sabios de toda la Nación Garou, el viejo Zhang Zai. Considerado como una leyenda entre los Garou, y un valioso aliado y compañero por los Contemplaestrellas, Zhang llevó a cabo un peregrinaje desde su lugar de reposo en las montañas tibetanas hacia el túmulo ruso de Volku Krovi. A regañadientes, los ancianos del clan tuvieron que permitir que Arvi dejase de lado su futuro como Colmillo Plateado y se uniese a los Contemplaestrellas.

Ese acto erizó tantos pelajes como insultos salieron de las bocas de los Garou más radicales, ofendidos por la intervención de los Contemplaestrellas en un asunto del linaje más puro de los hombres lobo. Pero a Arvi y a Zhang las inquietudes de aquellos belicosos habían pasado a un segundo plano de importancia; existía un motivo por el cual Arvi había destacado no sólo entre los Cachorros de su clan, si no entre todos los que habían nacido desde la Guerra de la Rabia. Si los protectores de Gaia no hacían nada, el mundo no viviría otro siglo más, y la presencia de la estrella maldita, Anthelios, demostraba que las profecías y augurios eran ciertos.

Arvi pasó una cantidad indeterminada de tiempo bajo la meditación de Zhang Zai, pero llegó un momento en el que el viejo Anciano ya no tenía conocimientos que compartir. Por decisión suya, Arvi preparó un viaje a la Umbra Profunda, donde esperaba encontrar un espíritu aliado que le ayudaría a encontrar cómo evitar que la estrella maldita arrasase Gaia. Zhang no tuvo más remedio que dejar ir a su pupilo; había demostrado ser un Theurge más que capaz, y su perseverancia era admirable.

Un sexto auspicio

La Estigma se retorció de dolor, y sintió como su cuerpo se desvanecía en fino polvo plateado. Había pasado milenios encerrada en la carne de la tierra aguardando su despertar, y su temeridad le había costado la libertad. En sus últimos momentos, frente a ella, se encontraba su despechada hermana, observándola con hambre. Observó con desdén los restos carbonizados del Garou que la había derrotado. El más sabio y poderoso del mundo, decían sus hermanas. A pesar de que lo había destruido, un sentimiento de vacío inundó su colérico corazón. Su hermana, la que había confabulado para liberarla, esperó pacientemente a que su vida se esfumase por completo, y se regodeó al consumir la fuente del poder de su alma.

Durante los años que pasó de peregrinaje por la Umbra Profunda, Arvi conoció muchos espíritus y recuperó sabiduría olvidada para los Garou. Estos espíritus, tan antiguos como el mundo y extraños para los hombres, enseñaron al prometedor Theurge ciertos Dones y Rituales que habían sido perdidos por la destructiva naturaleza de los Garou a cambio de unirse a ellos el día de su muerte. Las revelaciones que encontró en aquellos lugares tan dispares le llevaron a mejorar cada aspecto de su naturaleza bestial, espiritual y humana, recordando que antes de la Guerra de la Rabia, hubo un Garou excepcional que se levantó como adalid de todos los Auspicios; Arvi comprendió que el origen de su naturaleza y sus habilidades tenía un único objetivo, unir de nuevo a la Nación Garou bajo un mismo estandarte, bajo el mandato del Bravío del Eclipse.

A su regreso de su viaje espiritual, Arvi viajó a Estados Unidos para asumir el liderazgo de uno de los clanes más grandes del mundo: la Justicia Metálica. En un principio su mandato fue puesto en tela de juicio por los más antiguos del clan: un inexperto Contemplaestrellas que abandonó a los Colmillos Plateados para embarcarse en un viaje espiritual de varios años por la Umbra Profunda, y que proclamaba pertenecer a un Auspicio diferente a los típicos cinco, no era la mejor carta de presentación para la cabeza visible de la megacorporación que había unido la mayoría de clanes de Estados Unidos, y estaba expandiendo su control. Pero Arvi siguió los consejos de su antiguo maestro y se fundió entre aquella amalgama de operativas, ejecutivos y Garous más obsesionados con la subida de la bolsa que con la caída de Anthelios. Adoptó un nombre más americano, Angel Fairbanks, y se alejó del camino de los Contemplaestrellas comunes. A pesar de que comprendía el malestar de su tribu por no respetar sus votos e involucrarse en los asuntos de los Garou occidentales, Arvi sabía que el objetivo de su vida iba más allá de las etiquetas espirituales que asumían los protectores de Gaia y la voluntad de los espíritus menores.

Bajo las órdenes de Arvi, los Theurge más hábiles del clan americano investigaban las formas de apaciguar el impacto de Anthelios en caso de que arrasase el mundo espiritual, al mismo tiempo que intentaba crear soldados incansables para enfrentarse a la corrupción del Wyrm. Este tipo de decisiones le llevaron a permitir que ciertos Garou se sobrepasasen en sus acciones; Arvi lamentaba las desgracias que acarreaban sus deseos, como la purga de Garras Rojas por parte del proyecto de John Sunderland o los experimentos genéticos de Owen Shipnewcard. Sin embargo, los avances que lograban a partir de tanta muerte y sufrimiento merecían la pena: una vez que Gaia estuviese a salvo de la amenaza del Wyrm, podrían enmendar sus errores.

El terreno en varios kilómetros a la redonda había sido abrasado por el violento choque de fuerzas entre la Estigma llamada Ira y el líder de la Justicia Metálica, Angel Fairbanks. Las dos manadas que debían proteger al líder habían sido asesinadas por Ira, y el túmulo había sido consumido por el enfrentamiento. Matheus Grimmshaw fue el primero en llegar a la zona devastada, y el primero en decidir que sería el sucesor de Angel Fairbanks. Quizá Arvi Savonheimo se equivocó en asumir que su mandato uniría a los Garou, pero nunca sopesó que su muerte los volvería a dividir.


Imagen: Entropy por alexiuss

Maurick Starkvind

Aprendiz de escritor desde siempre, rolero empedernido desde los trece y nintendero desde los cinco. Empecé en esto de la creatividad porque no había dinero para los salones recreativos.

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