Leyenda
La vida en Ylat surgió de pequeñas chispas eflorescentes entre océanos de fuego y explanadas cenicientas, o al menos eso es lo que la gente común quiere creer. Mucho antes de que lloviesen estrellas siderales de los cielos, una única bestia espeluznante y deforme vagaba por las tierras muertas, arrastrando su abotargado y pustuloso cuerpo. Este ser abyecto respondía al nombre de Ornuth Aium, y su significado se ahogó hace eones.
Él era el Origen Nauseabundo, y a medida que se arrastraba por los áridos caminos de la antigüedad, criaturas asquerosas brotaban de su espalda como pólipos repulsivos, que quedaban atrás para perpetrar la ignominiosa existencia de su creador. El apestoso reinado de Ornuth Aium duró mil siglos antes de que la bóveda celeste se desquebrajase en cósmico fulgor, arrasando la gran mayoría de sus inmundos y putrefactos despojos.
Las nuevas especies interesterales empezaron a desarrollarse encima de los restos calcinados de los retoños del Espíritu del Submundo, y le obligaron a internarse en las profundidades heladas del planeta, lejos de la luz celestial traída por los visitantes. Enfurecido por los indeseables invasores, Ornuth Aium perforó la tierra para dar forma a su hogar, los horribles túneles del Submundo, y allí empezó de nuevo a regurgitar seres horribles y blasfemos, con el único objetivo de aniquilar a los visitantes.
Mientras gestaba sus retorcidos planes, se encontró con otra criatura de ojos calcáreos como la ceniza, con un manto plúmeo y largo en su espalda, que había estado encerrada entre rocas madre desde que el Espíritu del Submundo la regoldase en tierras remotas. Este abyecto ser conocido como la Quimera del Crepúsculo no reconoció a su progenitor, y decidieron yacer como viles monstruos para dar forma a la personificación de la maldad. El espeluznante producto de tal unión fue un ser tan cruel y mezquino, que Ornuth Aium tuvo que exiliarlo a un pálido reflejo de la realidad para evitar que lo desollase. Tras ser abandonado por su esposa-progenie, se retiró al interior del planeta, para continuar su estúpido y malévolo plan de conquista.
El Origen Nauseabundo, como se llamaba a sí mismo, interfirió en el desarrollo de las especies llegadas del cielo inyectando sus pestilentes zarcillos en la propia esencia vital. Aprovechó unas nieblas umbrías, procedentes de un reino de pesadillas, para levantar los cadáveres de los caídos, convirtiéndose de facto en el patrón de los muertos vivientes. Su campaña desquiciada provocó grandes daños en las sociedades mortales, y su marca se extendió por los continentes como una epidemia de muerte y enfermedad. Sin embargo, la intervención de otros Espíritus deíficos puso fin a las espeluznantes acciones de Ornuth Aium y lo condenaron a un exilio perpetuo en lo más profundo de las oscuras cavernas del Submundo.
En los días venideros, su apestosa presencia aún está presente en las Tierras de Ylat; y la maldad latente en los corazones mortales bombea la negra sangre del Señor de la No-Vida.
El Origen Nauseabundo, Espíritu del Submundo, Señor de la No-Vida
- Ideograma: Cuatro líneas rectas rojas sobre fondo negro
- Religión: Organizada, secreta y exclusiva. Focalizada.
- Devotos: Mortales avaros, seres malignos y muertos vivientes.
- Moralidad: Destrucción de la vida para un nuevo y malévolo renacer.
Adoración
Tras su derrota a manos del Dragón de los Días, el Monarca de las Mareas y el Aullido del Cielo, los restos monstruosos de las aberraciones de Ornuth Aium quedaron esparcidos por las Tierras de Ylat. Sin embargo, el triunfo del bien sobre el mal no impidió que su esencia corrompiese los corazones de los mortales más ambiciosos y egoístas.
La iglesia sectaria del Espíritu del Submundo es mucho más amplia de lo que parece ser, pues su presencia se ha impregnado de manera más profunda que las creencias de otros seres. Levantadas a espaldas de las grandes catedrales —e incluso dentro de ellas—, las sectas que adoran a este Espíritu deífico emplean métodos infames para lograr sus objetivos, y no dudan en abusar de sus miembros más bajos o de otros seres vivos.
Sus acólitos predican la renovación del mundo a través de la destrucción de la vida actual, alegando que los seres vivos son una corrupción imperfecta producto de unos invasores más allá de las estrellas. La secta es peligrosa, pues se organiza mucho mejor que otras más destructivas, y muestran una paciencia pasmosa.
No sólo es venerado por mortales ambiciosos o egoístas. Ornuth Aium simboliza el concepto de la prisión y el encierro, por lo que es la criatura icónica de los carceleros. Cuando un individuo es internado en una prisión antigua, no es extraño que encuentre grabados y rezos al Señor de la No-Vida.
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La forma actual de Ornuth Aium difiere de la que tenía cuando reptaba por la tierra antigua. Haber pasado milenios encerrado en el Submundo le ha transformado en una enorme criatura similar a una tarántula gigante, abotargada y peluda, con dieciséis patas que acaban en dedos humanos. En su espalda se encuentra el rostro enloquecido que, eras atrás, era su cabeza, congelado en un repugnante rictus mezcla de dolor y satisfacción. Dónde se debería encontrar la cabeza de la araña, emerge una abertura bulbosa y babeante, de la que gotea una sustancia pantanosa y ácida, capaz de corroer hasta el más duro de los metales.
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