Estigmas IEstigmas I

El Creador

Entidad poderosa que descubrió unas misteriosas ruinas en las Estepas de Liberia y con la tecnología que obtuvo allí realizó varios experimentos con criaturas, creando algunas que siglos después serían nombrados en leyendas.

Su aspecto ha variado con el tiempo, pero originalmente era un muchacho sumerio piel morena y pelo moreno liso y corto, con ojos azules llenos de inteligencia. El nombre que le dieron sus padres fue Apae, que en una lengua antigua significa “el que vivirá mucho”. Alcanzó un estado de trascendencia tras embarcarse en una búsqueda egoísta de poder. Fue adoctrinado por el chamán de su aldea, que era en realidad un vampiro. Éste intentó aprovecharse del joven Apae, pero no sabía que su pupilo gozaba de un espíritu invinculable.

Tras asesinar a su maestro, Apae se volvió adicto a la sangre vampírica y formó un grupo con sus dos amigos íntimos para buscar más vampiros y saciar su sed de poder. Durante meses buscaron y no llegaron a localizar a ninguno. Desesperado, uno de sus compañeros le atacó inmerso en un frenesí de sangre y Apae lo mató en defensa propia. Esto le llevó a descubrir unas losas grabadas en sangre en el santuario de su maestro que le guiaron hasta un templo enterrado en la arena.  Allí descubrió otro vampiro antiguo que le habló de unas Redes Espirituales que conectaban otros templos.

Después de haber diabolizado al viejo vampiro, Apae utilizó las Redes Espirituales para viajar inconscientemente a la helada Siberia, al Santuario Nevado bajo las Ruinas. Allí, localizó las misteriosas Puertas del Cielo y adquirió la trascendencia. Alzado como una entidad poderosa, quiso comprender los orígenes de su poder, pero la sabiduría allí encerrada no le dio ninguna respuesta más. La gente de su aldea, al ver en lo que se había convertido, formó un culto para adorarle; utilizando estos peones humanos Apae, ahora conocido como el Creador, estuvo buscando más información sobre los orígenes del Santuario de Siberia, siendo cada uno de sus intentos un fracaso.

Hastiado y harto de la humanidad, empezó a ser cada vez más cruel y a desafiar las leyes establecidas por la realidad.

Esto despertó el interés de los Guardianes Celestiales, seres de existencia superior destinados a proteger los secretos guardados en las ruinas. Capturaron al Creador, encerrándole en una prisión psíquica alejada del mundo físico, dejando un Guardián llamado Angelus a cargo de su vigilancia.

Con el paso del tiempo y su labia, el Creador consiguió manipular a Angelus para que pudiese controlar las máquinas de las ruinas mediante títeres humanos; su objetivo era construir unas criaturas que le sirviesen. Utilizó la sangre de Angelus en su proyecto, para hacerlas más poderosas; el objetivo de estas Estigmas era encontrar un método de anular el ritual de encierro del Creador y traerlo de nuevo al plano material para que continuase con sus investigaciones de aquel poder Celestial.

Situación

El Creador nombró a sus siete siervas por cada uno de los Siete Pecados Capitales. Angelus fue incapaz de ayudarle, pues habiendo dejado que el Creador diese vida a las Estigmas, había faltado a sus órdenes de mantenerlo encerrado. Con el paso del tiempo, el Creador descartó a Angelus y éste huyó al mundo material y se intentó integrar en la sociedad humana, siendo un renegado de su causa.

Las investigaciones de sus Hijas encontraron varias localizaciones de ruinas relacionadas con los Guardianes Celestiales por todo el mundo. A pesar de que los grabados estaban en un idioma difícil de comprender, pudieron sacar pequeños pedazos de información útil. Gracias a esto, idearon una serie de Rituales con el objetivo de penetrar la membrana psíquica que separaba el cuerpo del Creador del mundo físico.

A pesar de que sus cálculos eran hipotéticamente correctos, los ritos llevados a cabo por las Estigmas fallaron de un modo u otro, retrasando la llegada de su maestro a la Tierra. De los cuatro ritos realizados, tan sólo uno tuvo consecuencias catastróficas: el resto sólo fallaron o fueron interrumpidos por otras fuerzas ajenas a las Estigmas.

Angelus

Uno de los mejores soldados del Ejército Estelar, Angelus vio como la humanidad empezaba a poblar el planeta, como surgió y acabó la Guerra de la Rabia e incluso recordaba el conflicto real que hubo entre la cosmología de la Tejedora y el Wyrm. Olvidando todo eso a favor de cumplir sus órdenes, se ofreció voluntariamente a vigilar la prisión del Creador.

Mostró un temple inquebrantable durante siglos, pero la continua cháchara del Creador y el tiempo alejado de sus enseñanzas Caelesti, hizo que Angelus quebrase inconscientemente, cayendo bajo la voluntad del Creador.

Con la única meta de abandonar aquella horrible prisión, el Creador utilizó siervos humanos controlados mentalmente para llevarlos al Santuario de Siberia. Allí, obligó a Angelus a proporcionar la suficiente sangre Caelesti a sus esbirros para que creasen las siete Estigmas, las heridas del planeta.  Angelus lo hizo voluntariamente; engatusado por las palabras del Creador, creía que sus hermanos habían desaparecido ya y que el encierro de su prisionero era innecesario.

Una vez formadas sus fieles Hijas, el Creador les ordenó encontrar el método para romper el sello de su prisión y llevarlo de nuevo al mundo físico. En este momento es cuando surgieron los problemas entre las Estigmas y la fe de Angelus en la campaña del Creador empezó a romperse.

Pasados unos siglos más, Angelus consiguió abandonar la prisión en la que estaba encerrado con el Creador, impidiendo que éste saliese. El Creador le juró a Angelus que algún día lo destruiría por haberle abandonado en la soledad.

Habiendo traicionado su causa, Angelus intentó integrarse entre los humanos, pero la corta esperanza de vida de éstos hacía que sus relaciones fuesen inaguantables. Buscando entidades más duraderas, encontró su panacea en la Sociedad Vampírica. Integrándose entre ellos como un supuesto Ventrue, Angelus adoptó el nombre de Erik y vivió durante dos siglos como un vampiro más; gracias a los poderes que poseía como Caelesti, podía simular todos y cada uno de los poderes que un Ventrue debía tener.


Esta serie de relatos forman parte de una misma historia: Las Heridas del Planeta.

Imagen: Stable Diffusion

Por Maurick Starkvind

Aprendiz de escritor desde siempre, rolero empedernido desde los trece y nintendero desde los cinco. Empecé en esto de la creatividad porque no había dinero para los salones recreativos.

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