Kantandech
La acción cambiaba a otro lugar. Maverick se despertaba en su casa, alterado por el sueño que acababa de tener; el propio personaje decía al jugador que tenía que llegar a la fiesta de graduación de su instituto, por lo que el objetivo se transmitía rápidamente, sin parar a pensar en lo que había sucedido con Pascal en las minas. La casa de Maverick nos hacía entender que no vivía demasiado feliz en su casa y que tenía una hermana pequeña llamada Elan. Una vez que se marchaba de casa -no sin antes recoger un Cuchillo Jamonero del recibidor- podía explorar la ciudad antes de llegar al edificio del instituto.
Los encuentros aleatorios eran inexistentes, y me esforcé lo suficiente para hacer creer que Kantandech era un lugar vivo; un hombre suicida se arrojaba al vacío desde el balcón de su casa, desesperado por los portales de vacío que amenazaban la ciudad. Sí, la sociedad kantandechina sufría el yugo de unos extraños portales que aparecían de repente y traían criaturas medievales, seres misteriosos y monstruos abisálicos. El alcalde y las fuerzas policiales no habían podido averiguar el motivo de estos sucesos y eran superados por la situación; se tomaron medidas desesperadas: se sellaban calles y zonas por completo; la época en la que vivía Maverick no parecía la mejor.
La graduación sangrienta
En la graduación del instituto -qué tema tan recurrente para un juego protagonizado por adolescentes-, Maverick se encontraba con sus amigos: Hiro, el típico mejor amigo del protagonista, Eva Ranley, el interés amoroso y pelirroja, y Lany, la chica pícara especialista en hacer comentarios jocosos y fuera de lugar. Cuando los cuatro se dirigían a la sala principal, algo sucedía: el gamberro de la escuela, Sephir… Seferis -tenía que hacer la broma, era necesario-, había traído una espada gigante a la escuela y había comenzado una matanza -algo nunca visto en la ficción-. Sus dos amigos, Ifalna y Grawsard, se habían unido a su misión en una suerte de Viento y Trueno de Final Fantasy VIII.
Sólo Maverick tenía las agallas para luchar contra él, armado con su Cuchillo Jamonero. Seferis reía con la risa obligatoria de villano y empezaba un extraño combate entre los dos.
Por supuesto, Seferis derrotaba a Maverick sin demasiada dificultad y el protagonista había de ser salvado por un aliado inesperado: una extraña mujer de pelo verde y piel morena. Mediante lo que parecía ser un conjuro mágico, esta misteriosa mujer enviaba a Maverick a otro lugar y plantaba cara al villano poseído, que murmuraba para sí que el ansia del Vacío no será saciada. Los compañeros de clase de Maverick observaban la escena en silencio, supongo que sorprendidos. De nuevo, había un fundido en negro para avisar que se iba a cambiar de escena. Tampoco hice hincapié en lo que sentían, sólo en la tragedia del suceso. Ahora que rememoro todo esto, alucino con la calidad de la narración. La idea no era mala, pero estaba contada de manera pésima.
Zona marítima
Maverick despertaba en una playa, desorientado. En cuanto averiguaba dónde había ido a parar, sabía que estaba en problemas. Esta información también se la trasladaba al jugador directamente: la Zona Marítima era un lugar infestado de portales y había sido sellada por las autoridades competentes. Maverick debía viajar por tal peligroso lugar sólo y armado con su fiel Cuchillo Jamonero. A mitad de camino, entre bancos de arena y extrañas cavernas, se encontraba con su salvadora: la ladrona mística Greena. Según le explicaba a Maverick, ella había viajado a través del tiempo para salvarle y necesitaba escoltarle hasta el sótano de la Mansión de la familia de Maverick en la Zona Marítima. Greena también advertía que la hermana de Maverick, Elan, se encontraba en peligro y habrían de rescatarla de una amenaza desconocida.
Por el camino hacia la Mansión, se encontraban con el espíritu de Seferis, que rabiaba de ira al no haber podido destruir a Maverick. Entre el héroe y Greena lo derrotaban pero los conjuros que mantenían a la joven de pelo verde se estaban debilitando y no podían conservar su esencia. Maverick se enfrentaba al tramo final de la Zona él sólo.
Este artículo pertenece a serie de publicaciones en las que Starkvind narra su primer intento de juego.
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Imagen: Hod, Emanation of Submission por Peter Mohrbacher en Angelarium.com