CorlaggCorlagg

Leyenda

Los cuentos y fábulas sobre la existencia de un ser que ajusticia a los impuros y a los vagos datan de las primeras ciudades mortales, basándose en ciertos sucesos que hicieron creer que una criatura, considerada por encima de los demás Espíritus deíficos, repartía su particular justicia a lo largo de las tierras, sin responder a nada más que su propio código de honor. La historia de Corlagg nace de las aventuras de un caballero errante que, exiliado de su patria por motivos inefables, es condenado a vagar por los distintos reinos del mundo renacido en busca de otros transgresores como él. Cuando los encontraba, les sometía a un juicio rápido, siempre con varios testigos presentes, y les daba una muerte rápida y muy sangrienta. Con cada ejecución, parecía obtener poderes dignos de una divinidad, y su ansia de sangre crecía con cada sinvergüenza eliminado.

Con el paso de las décadas, los gobernantes comenzaron a temer de verdad la presencia de un individuo tan peligroso como Corlagg, por lo que se aliaron en pos de acabar con él: reunieron a varios criminales en lo alto de una montaña; dicha localización era la guarida de un dragón diamantino, hecho que utilizaron a su favor para intentar acabar con la furia despiadada del Adalid pendenciero. Pasaron los meses: la bestia se impacientaba, y los reos eran convertidos en su alimento, pero la idea de devorar a un ejecutor como Corlagg era un capricho que aquellos confabuladores habían impregnado en la mente del dragón.

Sin embargo, el gambito estaba claro para él: si bien la cábala de miserables que esperaba su sentencia era merecida de su ira, los despreciables conspiradores debían ser castigados, al igual que su esbirro dragontino: con un certero golpe, partió en dos la montaña y a sus rastreros habitantes. La carcasa del dragón cayó ante sus pies, retorciéndose de dolor y maldad, rugiendo palabras de odio y condena. Corlagg entendió que jamás iba a encontrar la paz en su penitencia, y abrazó la deificación tras bañarse en la sangre malévola de sus ajusticiados. Olvidó su tierra natal y su forma humana, internándose en los picos de las montañas más altas para dejar atrás su pasado como mortal. Convertido en la Sierpe proba, juró regresar en el momento en el que la injusticia infectase la sociedad hasta la médula.

El Adalid pendenciero, la Sierpe proba, el Anciano de la cumbre

  • Ideograma: Cráneo de dragón entre una balanza sobre campo gris.
  • Religión: Sincrética.
  • Devotos: Jueces, dirigentes, fanáticos.
  • Moralidad: Recta justicia. Respeto por las reglas.

Adoración

El concepto de Corlagg abarca la idolatría por la justicia y el orden, otorgando el papel de agente protector al mismo Anciano de la cumbre. Los seguidores de esta corriente de pensamiento albergan cierto deseo de conservación del status-quo, permitiéndoles compartir su veneración a las doctrinas del Adalid pendenciero con otras creencias o religiones, como puede ser con Ylathia o con Bazjurm.

Los templos de Corlagg son bastante comunes en zonas civilizadas: por lo general, los palacios de justicia, los cadalsos o los juzgados se construyen en honor a la Sierpe proba, con su símbolo decorando las zonas más visibles de dichos lugares. Su iglesia enfatiza el respeto por la ley, despreciando la más mínima violación de los códigos establecidos y, en más ocasiones de la que sus fieles están dispuestos a admitir, reaccionando con condenas excesivamente extremas.

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Apoyándose en el aspecto cuasi-divino que Corlagg adquirió al acabar su epopeya, los fieles suelen representarlo mediante un híbrido mitad dragón mitad humano, haciendo énfasis en la absorción del cuerpo dragontino como símbolo de divinidad. Si el artista desea mostrar un lado más sabio del Anciano de la cumbre, se emplea un rostro humano envejecido, enfatizando la sabiduría adquirida con el paso de las eras. Cuando ha de repartir justicia en tierras mortales, el Adalid pendenciero aparece como una criatura dracónica cuadrúpeda de vientre hinchado, un cuello largo y unas fauces vomitadoras de fuego blanquecino. Sus ojos inyectados en sangre impregnan de pavor el corazón de sus presas y su cola gruesa, repleta de escamas afiladas, desgarra la carne de aquellos que golpea.

Al contrario que otros Espíritus deíficos, más anclados en leyendas y habladurías, la presencia de Corlagg es particularmente temida, involucrándose en los asuntos mortales más que otros seres de igual poder divino, por lo que sus representaciones en estatuas, frescos o tapices suelen estar más acertadas.


Imagen: Long por Guodong Zhao

Por Maurick Starkvind

Aprendiz de escritor desde siempre, rolero empedernido desde los trece y nintendero desde los cinco. Empecé en esto de la creatividad porque no había dinero para los salones recreativos.

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