AdiosKaelAdiosKael

Cuando te llevé hacia el hospital veterinario, con la mosca detrás de la oreja, ya te dije por el camino que no volverías a casa. Te lo dije mitad en broma, mitad en serio; tu salud dejaba mucho que desear, pero lo que quería en el fondo era equivocarme. Pero acerté.

Llegaste a mi orilla hace nueve años, en mitad de una ausencia, para llenar un hueco que jamás pensé que necesitase ser llenado. Nuestra relación no era idílica, gato gordo y sinvergüenza, teníamos más de colegas que de servidumbre. Eras un coñazo en invierno, cuando te acomodabas entre mis piernas en la cama y no me dejabas girarme; a veces me dolía la espalda por mantener la postura para que no te fueses.

Ahora te has ido, tras aguantar un sufrimiento insoportable durante un mes y medio. No es que pasase de ayudarte, pero el diagnóstico de un veterinario puede ser errado. ¿Y qué voy a hacer? ¿Llenarle las reseñas de Google Maps de comentarios negativos porque se equivocó contigo? Eso no va a hacer que vuelvas a merodear por casa como el cacique gatónido que eras. 

He finalizado el cuento del Valle de los Maullidos. Éste último mes la bitácora está llena de las historias que imaginé en torno a tu figura, poniéndote como vástago de mi primer gato, Rony, y como protagonista tontorrón de situaciones ridículas. Gatos viviendo en un paraíso idílico, amenazados por hombres araña y goblins hambrientos. Eran cuentos para Arturo, para contarse mientras estabas tumbado cerca, escuchando pero ignorando como te gustaba a ti.

Y ya no estás, ni estarás. Te has ido, efectivamente, después de tener el último paseo al hospital sin emitir un solo quejido. Tú, que eras un auténtico tenor de los maullidos durante esos viajes, soportaste el camino sin hablar. Mushuki te estaba llamando.

Este texto tendría que haberlo publicado el 2 de julio de 2021, el mismo día que te incineramos. No pude escribirlo. 

Han pasado dos meses desde entonces y aún me faltas. Gato cabrón, me has dejado con un montón de comida húmeda que tus amigos Sheol y Selina devoran con gusto, pero no tanto como el que tú demostrabas.

¡Buen viaje, cacique dorado, nosotros guardaremos tus dominios!

Por Maurick Starkvind

Aprendiz de escritor desde siempre, rolero empedernido desde los trece y nintendero desde los cinco. Empecé en esto de la creatividad porque no había dinero para los salones recreativos.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.