El marinero

Dura es la vida del marinero, alejado de su familia durante tanto tiempo para regresar durante un instantes con las duras ganancias conseguidas a golpe de mar.

Dura es la pérdida, al convertirte en la ceniza del recuerdo en el momento que dejas este reino para pasar a otro, quizás mejor.

Dura es la despedia, pues asfixia querer pronunciar palabras que nunca dichas, que no encontraron la situación para asentarse, para ser formadas.

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Los tiempos han cambiado

Los tiempos han cambiado

Los inicios de El Naufragio fueron erráticos y desordenados. Quería crear algo mío, dejar una marca en el vasto Internet que, de algún modo, me recordase. Ya lo intenté con Heaven’s Gate y Ad Infinitum, pero esos proyectos surgían de mi colaboración con otras personas que estaban involucradas, en mayor o menor medida. Pero El Naufragio tenía que ser algo propio, de Maverick Highwind. Con el tiempo renuncié a esa identidad y la transmuté en el Maurick Starkvind de ahora, a la vez que dejaba de ser tan hater y abría mi mente a nuevos conceptos, juegos e ideas. Sin la ayuda de Amy, esto no hubiese podido ser posible; pero, ruego al lector me permita bogar un rato por el pasado.

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Náufragos

Náufragos en el mar

Náufragos comenzamos nuestro camino. Desprevenidos en mitad del océano la oscuridad de la noche ocultó las nubes, que como implacables guerreros nos atacaron fieramente. Lluvia, rayos, y olas parecían haberse unido contra un enemigo común. Golpeaban una y otra vez el casco de nuestro navío sin descanso y no pararían hasta vernos en el fondo del mar. Una tempestad que bien podría haber sido desatada por el propio Ariel acatando el edicto de su amo Próspero. Antes de que comenzara a hundirse me lancé al agua. Luchando por mantenerme a flote nadé hasta que pude llegar a un tablón. Tuve suerte, no fui la única que también pudo agarrarse a él. No sé cuánto tiempo pudimos estar aferrados a ese tablón, ¿horas, días…? La luz del día no trajo la calma pero algo teníamos claro, permaneceríamos juntos sin importar la tempestad.

Finalmente a modo de tregua la marea nos llevó a una isla. Sin adentrarnos demasiado establecimos nuestra pequeña base entre las primeras líneas de palmeras. Aún llovía, pero a lo lejos se podían ver pequeños claros luchando entre las nubes. Durante días la marea trajo restos del navío pero era mejor usar los materiales que esa isla nos ofrecía: una vida nueva empezando desde cero, sin restos del pasado. Él bautizó a nuestro nuevo hogar con el nombre de Borregheim. Me gusta mucho ese nombre. Inmejorable compañía, nuestro pequeño paraíso… ahora queda comenzar nuestro camino como náufragos.


Imagen: Miranda in The Tempest por John William Waterhouse.

Los tiempos están cambiando

Los tiempos están cambiando

He pasado por baluartes, fortalezas, puertas interdimensionales y lugares de denominación tan rara como los entes que los ocupaban. Ahora, no queda otra que estar a la deriva con los restos del naufragio. Total, para lo que queda de mi mente, una isla es demasiado y las piezas esparcidas por el mar son planicies inconstantes en las que me puedo apoyar. Sin ninguna duda, puedo afirmar que los tiempos están cambiando y que con esta breve entrada.

Habrá que caminar con cuidado por las tablas estropeadas. Primero un paso y luego el otro, en orden y compañía.


Imagen: Bumskee Cave